El vestido y las sandalias son de la feria de Huechuraba (sábado y domingo). Escucha música japonesa y usa el perfume Para mi Bebe. Hoy en el Blog: El breve hacer del diseñador Jacques Fath en los 50′s Kate Moss, una mina de oro
El breve hacer del diseñador Jacques Fath en los 50’s
Hijo de André Fath, un agente de seguros, provenía de una familia creativa: sus bisabuelos paternos, Caroline y Theodore Fath-Georges, se dedicaban a la literatura y a la ilustración de moda, y su abuelo paterno, René-Maurice-Fath, a la pintura. Autodidacta, aprendió su oficio a través de estudiar y observar exposiciones en museos y libros de moda. Lanzó su primera colección en 1937 y se caracterizó por un diseño innovador y vestir a “los jóvenes parisinos elegantes”, utilizando materiales como lentejuelas hechas de cáscaras de nuez y almendra. Durante la Segunda Guerra Mundial, Fath era conocido por “el aleteo de las faldas amplias”, que The New York Times explicó: “se concibe como el beneficio de las mujeres obligadas a andar en bicicleta, durante el racionamiento de la gasolina”. Durante su hacer, contrató a un número de jóvenes diseñadores como ayudantes y aprendices, algunos de los cuales más tarde formarían sus propias casas de moda: Givenchy, Guy Laroche y Valentino Garavani y, con respecto a sus clientas, entre ellas se destacaron Ava Gardner y Greta Garbo.
Nacida un 28 de mayo en Casablanca, Marruecos, Zineb mostró su primer interés por el diseño y la costura cuando tenía apenas 6 años. Pasión que la llevaría a estudiar y a seguir perseverando hasta abrir su primer Atelier: “Art Couture”, haciendo más tarde que sus vestidos viajaran por Casablanca, Marrakech, Paris y Milán.
Nunca he sido muy asidua a los realities. Sí, vi “Protagonistas de la Fama” (amé a Catalina Bono y odié las lágrimas de cocodrilo de Janis Pope), pero hasta ahí llegó mi fanatismo por los realities nacionales. En la televisión criolla, hemos tenido alrededor de tres versiones de “La Granja”; un 1810, luego un 1910; y la verdad, ya perdí la cuenta de cuántas veces he visto los carteles de “Pelotón” circular en los troncales del Transantiago. Y así, siguen apareciendo y abundando realities que, personalmente, considero dejan mucho que desear.