Los críticos, los asiduos a los desfiles y los simplemente fanáticos de la moda quizás puedan estar de acuerdo en algo: la industria hoy carece de emoción, de una puesta en escena que permanezca en la memoria de quienes revisan cada temporada o de un nombre que vaya más allá de las simples prendas. O sea, la industria extraña el trabajo de un Galliano y especialmente a un McQueen, el diseñador inglés que falleció un 11 de febrero el año 2010.
Polémico por las temáticas que incluía en cada concepto de sus colecciones, revolucionario por hacer de sus desfiles el momento que todos querían ver en cada temporada y fiel a sus amistades al realizar homenajes a Isabella Blow y Kate Moss, Alexander McQueen fue simplemente uno de los pocos personajes que iban más allá del pret-a-porter pero siempre pensando en algo que pudiera ser llevado, aún tiempo después de su aparición. Así lo promulgan por lo menos el clóset de Daphne Guiness o las reliquias vintage de Lady Gaga, y cualquiera de las prendas que atesoran quienes pudieron acceder a ellas cuando la carrera del inglés despegaba.
Ha sido uno de los pocos diseñadores contemporáneos en obtener su propia exhibición, quizás el único en cuanto a la magnitud que obtuvo su Savage Beauty del MET el año 2011. Mezcló arte en vivo, instalaciones de viento, tableros de ajedrez gigantes, fantasías marinas, pesadillas y belleza en cada contexto de sus colecciones, pero además, se valió de sus propios imaginarios y estudios ya que amaba el buceo y popularizó la calavera como objeto de moda. La emoción que transmitió en sus desfiles será sin duda algo difícil de igualar, muy difícil si tomamos en cuenta la simplicidad a la que se apega cada diseñador o marca en las semanas de la moda actuales.
También puedes revisar la segunda nota en homenaje a McQueen aquí.