Gustavo Moscoso llegó al diseño de vestuario por acaso, sin proponérselo. Estaba en Boston estudiando cuando su padre falleció, lo que lo obligó a volver a Ecuador a hacerse cargo de las empresas de su familia. Uno de los negocios más fuertes de su padre era una comercializadora de textiles a la que quiso darle un vuelco, refinándola e importando las mejores telas. Nunca pensó en la realidad del mercado ecuatoriano y que no tendría interesados en comprarlas. Para deshacerse de ellas, y como estrategia de marketing, ideó un desfile de modas. En el proceso, encontró su pasión y nunca más se alejó del diseño de vestuario, forjando de a poco su marca homónima, una de las más fuertes en el Ecuador hoy por hoy y que se ha diversificado en diversas líneas, desde las más exclusivas, hasta las más masivas, que se comercializan en la cadena de supermecados más grande de su país. Gustavo Moscoso tiene una fuerte relación con nuestro país, muchos de sus primos y familiares viven en Chile y él mismo es mitad chileno, por lo que accedió gustoso a darnos esta entrevista.
Empezaste diseñando para hombre y mujer, ¿por qué abandonaste la línea femenina y te dedicaste sólo a hombre, que es un mercado más difícil en moda?
Porque no me gustan las cosas fáciles. Me gustan los retos, lo difícil. Me sentí muy identificado con hacer ropa de hombre y decidí apostarle todas mis fichas a eso y fortalecer la marca en esa área. Acabamos de lanzar una línea junior, también nuestras tres primeras fragancias y dentro de poco lanzaremos una nueva marca.
¿Cuál es el perfil de tu cliente?
Es un hombre seguro y que busca ser distinto, no por payaso o por el sólo hecho de verse raro. Es un hombre que busca en Gustavo Moscoso la combinación perfecta para descubrir su estilo propio. Ese es el hombre Gustavo Moscoso: un hombre seguro, que sabe lo que es y que no le importa el que dirán y que se viste no de acuerdo a las tendencias, sino de acuerdo a su convicción. Mi marca es atemporal.
¿Qué es lo que te inspira, cómo es tu proceso creativo?
Es una pregunta que nunca sé como responder. Es imposible describir en palabras qué es lo que pasa en mi cuerpo que de repente, y en cosa de un momento, la inspiración llega. Siento que me inspiración viene del día a día, de lo qué pasa, de lo que veo. Ya después de trece años de hacer tantas colecciones, he analizado mi proceso creativo y siento que sí, que mi inspiración tiene que ver de lo que veo a diario, de cómo me relaciono con la gente, de lo que las personas me aportan, de los problemas que tengo. En los momentos en que estoy volando bajo, es cuando salen las mejores colecciones.
¿Cómo fue el proceso de dejar la exclusividad para pasar a vender más masivamente y por qué aceptaste ese desafío?
No dejé mis líneas exclusivas, las que se siguen produciendo y vendiendo, pero parafraseando lo que decía Yves Saint Laurent: “La moda debe ser para todo el mundo” y yo estoy convencido de ese pensamiento. Me encanta la idea de poder diseñar, es un reto espectacular, es probarse a uno como diseñador. No es tan difícil tener un nicho donde te compran cinco personas. De alguna u otra manera, en el mercado vas a encontrar a esa persona que le guste usar los pantalones de colores o la chaqueta escocesa. Lo importante es probar tu propuesta en un mercado de 12 millones de habitantes y ver como reaccionará el público. Realmente ha sido una mezcla de sabores distintos. Las jornadas de trabajo son muy fuertes, tengo que ver más allá del diseño, analizar números etc. Hoy tenemos la marca madre que es GM Gustavo Moscoso, que es una línea ready to wear, que es lo que está en las tiendas. Luego, tenemos la línea GM Sumisura, que es todo hecho a medida de cliente y la única en la que tengo contacto directo con los clientes. Después tenemos otra marca que se llama GM757, que es una marca que se vende para Megamaxi. Dentro de Megamaxi, tenemos también una marca llamada GM Class, que es una marca para niños de 12 a 18 y por último GM Kids, para niños de entre 3 a 10 años.
La gente está super contenta, porque aparte de ser ropa bonita y de calidad, son productos que tienen un muy buen precio. Estoy alucinado de la respuesta de la gente y de cómo uno puede convertir la moda en una industria.
¿Cómo ves el desarrollo de tu marca, cómo te proyectas?
Siempre digo que me encanta dejar que la vida me sorprenda. Me encanta la idea de dejar abierta las puertas para que la vida te vaya diciendo hacia donde ir. Por su puesto que tenemos proyectos en camino también. Queremos abrir una tienda en Quito, porque sólo tenemos en Guayaquil y Cuenca. Queremos abrir una tienda en México. Nos han invitado también a presentarnos en Viña del Mar, en un proyecto que se llama Designer Book, que al parecer se hará en Chile y nos invitaron a eso. Estoy trabajando mucho in house este año, me estoy fortaleciendo mucho administrativamente, porque como marca hemos tenido un crecimiento en los últimos dos años de un %400. Tenemos cerca de 1.500 personas relacionadas directa o indirectamente con Gustavo Moscoso y todas sus marcas. Sentí que la parte administrativa estaba necesitando de más cuidado, por lo que decidí abocarme a esa área y en crecer internamente, para estar fortalecidos para cualquier otro proyecto que venga a futuro.
El mercado ecuatoriano de la moda.
Ecuador es un mercado con pocos diseñadores de autor consolidados y Gustavo Moscoso es uno de ellos. El retail es un mercado que empieza a tomar fuerza. De hecho, Zara se instaló hace poco en el país y ya tiene tiendas en Quito y Guayaquil.
¿Cómo es ser diseñador de moda en Ecuador?
Hay mucho que hacer, lo cual me da un campo mucho más amplio de acción. El Ecuador es un país muy virgen en muchas cosas y una de ellas es la moda. Nunca hemos sido productores de moda, no podemos compararnos con nuestros vecinos colombianos, peruanos ni menos con los braileños. La verdad es que ha sido difícil, pero a la vez muy satisfactorio. Soy el primer diseñador que vistió a un hombre con colores. Los hombres no se vestían con otros colores que no fueran azul, negro y girs aquí en Ecuador. Después de la aparición de Gustavo Moscoso se ponen camisas de flores, pantalones de colores y entienden que eso no define tu sexualidad. Los hombres se sienten más relajados ahora al usar color.
¿Tiene Ecuador una industria textil o de insumos que sustente el trabajo de diseñadores como tu?
Hay algo, sí. Hay una compañía que se llama Single Jersey, que es a quien le compramos la tela de punto, pero todo el resto de telas viene de fuera: de Brasil, de Perú, algo de Colombia, Inglaterra, mucho de Estados Unidos. Ecuador no es un productor textil. Hay algunas fábricas, pero no del nivel que requiero para mi marca.
Una de las máximas de tu marca es que todo se produce en Ecuador, ¿por qué optaste por ese modelo de producción local?
El fin de mi proyecto es desarrollar la industria de la moda en mi país y estoy trabajando de la mano con las empresas de textiles para que puedan empezar a desarrollar nuevas telas y tener nuevos insumos, para que los diseñadores nos podamos surtir de nosotros mismos, de los ecuatorianos.
Zara llegó hace poco a Ecuador, ¿cómo ves que eso puede efectar el mercado del diseño de autor?
Es fuerte. Es una mega empresa, con precios super accesibles, por lo que obviamente nos afecta. Se ha sentido un poco el golpe de la llegada de Zara, pero así como golpeó, después volvimos a la normalidad. El ecuatoriano es muy asiduo a las cosas nuevas, entonces todo el mundo quería Zara, pero cuando realmente el fenómeno Zara toca el Ecuador, que es cuando vemos a todos uniformados, entonces los clientes empiezan a retroceder, porque quieren algo diferente. Sin embargo, me parece que la competencia es fabulosa porque incentiva la creatividad. Hay mercado suficiente para todos y sólo teniendo marcas como Zara, vamos finalmente a lograr el desarrollo cabal de la industria.
¿Cuál es tu diagnóstico en general de la moda en Ecuador?
Creo que hay mucho talento, que existen muchos diseñadores virtuosos. A la vez siento que hay mucha copia, lo que me duele. Me imagino que es algo que pasa en todo el mundo, lo de la copia desleal. Pasó, por ejemplo, con unas casmisas que hice de cuello especial, que fueron un éxito. Después de la primera colección, tenía diez tiendas, de diseñador y por departamento, que me las habían copiado. Y la copia ni siquiera era de calidad, sino obtusa. Eso daña el mercado. En el tema del estilismo y fotografía de moda también hay muchos talentos. Hay fotógrafos que realmente valen la pena. En estilismo, hubo una camada de gente que se fue a estudiar a Argentina, los que volvieron con propuestas muy interesantes. En cuanto a publicaciones de moda, tenemos BG y Dolce Vita.