El 2011, el New York Times incluyó al Museo de la Moda entre los 11 lugares a visitar en Santiago, y el 2007, el mismo famoso diario publicó un reportaje sobre la dedicada labor que Jorge Yarur completaba adquiriendo las icónicas prendas de Madonna o Margot Fonteyn para instalar un museo. Pese a esta celebrada iniciativa, al parecer el cierre del Museo de la Moda aparece como el próximo paso de Yarur en su larga cruzada mostrando décadas de historia a través de la ropa.
Más de 48.000 visitantes tuvo la exposición “Volver a los ‘80”, que incluyó el auto DeLorean de “Volver al Futuro”, los guantes brillantes de Michael Jackson y el Paco Rabanne que usó la Argandoña en los ’80, entre muchas otras piezas. Pese a las alentadoras cifras, y el éxito de cada jornada, el 30 de diciembre está marcado como el último día en que el Museo se mantuvo abierto, y de manera oficial según su página web, se reabrirá hasta una nueva exhibición. Varios episodios desagradables donde el Museo fue multado por mantener un cartel en un área residencial, o recibir constantes reclamos por no disponer de un estacionamiento –aun cuando ningún museo del mundo tiene necesariamente uno-, han desilusionado de a poco a su creador. A ello se suma la falta de apoyo económico por parte de alguna entidad oficial, cultural o gubernamental, lo que lo obliga a financiar todo de manera particular.
El sueño de 8 años de Jorge Yarur se ve truncado por la falta de apoyo. Como varios emprendimientos nacionales, solo aportes privados movilizaron este proyecto que se ha convertido en algo icónico para Chile. Darren Julien, presidente de la casa de subastas Julien’s Auctions, incluso escogió el Museo de la Moda como primer destino para inaugurar la exhibición del vestuario de Michael Jackson, aludiendo que “es el más importante museo de la moda del mundo”. Aunque las exhibiciones incluyan el sostén de Gaultier para Madonna, los trajes de Vivienne Westwood de fines de los ’70, las hombreras brillosas de Dinastía o los vestidos de la Princesa Diana, todo el valor histórico mostrado a través de la ropa podría quedar relegado del ojo público ante el bajo interés demostrado por entidades gubernamentales. Si no somos capaces de apreciar algo tan importante para un país y no solo para quienes gustan de la moda, el único museo de su tipo en Sudamérica desparecería ante la impotencia de muchos.