Desde 1912 a 1925, La Gazette du Bon Ton fue una de las revistas sobre moda y frivolidades –tal cual se leía en su portada-, más famosas de Francia, cuya exclusividad la mostraba en papel fino y con un contrato que mantenía a siete de los mejores diseñadores mostrando sus colecciones, incluyendo Paul Poiret. Fue en este lugar en el cual varios ilustradores marcaron sus inicios, entre ellos Pierre Mourgue. El francés se convirtió en el líder de su generación cuando Condé Nast compró la publicación, y se mantuvo como el referente europeo más importante a esbozar el lápiz en la revista de moda más grande de la editorial: Vogue.
Viajando entre París y Nueva York, Mourgue hizo de su estilo art deco un imprescindible en la historia de la ilustración. Al igual que su amigo Pierre Brissaud, Mourgue exploró la figura femenina llevando prendas y trajes que sobresalían por su belleza, y por ello fue el mejor aliado de diseñadores famosos como Cristóbal Balenciaga, Nina Ricci, Jacques Fath, Hubert de Givenchy y Jeanne Lanvin, entre otros, así como de las portadas de Vogue. Sin embargo, el trabajo de Mourgue no se limitó a esta famosa revista; durante los años ’40, también fue el encargado de darle vida a la publicidad de diferentes marcas, desde Bourjois hasta zapatos Perugia, pasando por la tienda de telas Moreau.
Aunque la llegada de los fotógrafos a las publicaciones introdujo una nueva era para las revistas de moda como Vogue, el trabajo de los ilustradores y sobre todo Mourgue, se mantuvo como un referente importante que fue retomado una y otra vez a lo largo de su propia carrera, logrando ser parte del equipo de Vogue durante los años ‘30, también liderando la escena.