Que no se vea este tema como la respuesta a la temida recesión económica mundial que dicen que se avecina. No. Aquellos que piensan que el vintage es solo ropa usada que les salvará el guardarropa en tiempos de vacas flacas, que se muerdan la lengua. El vintage es el rescate de aquellas prendas antiguas creadas por diseñadores de renombre, que marcaron una época y más de alguna tendencia.
El año 2001, la actriz Julia Roberts fue elegida por críticos de moda, revistas y programas televisivos como la con el mejor look de los premios Oscar. Como ratificación de ello, apareció en la lista de las mejor vestidas de la década realizada por Vogue US en 2010. Y todo gracias a un elegante vestido largo, marca Valentino, en negro y blanco, confeccionado a fines de los años 80. Así como Karl Lagerfeld ayudó a aceptar socialmente la mezcla entre alta costura y denim en las revistas de los 80, Roberts consiguió poner en la palestra una tendencia que venía sumando cada vez más admiradores: la de usar ropa vintage y recurrir a ella para ocasiones especiales.
Desde el pasado y hasta hoy, los hermanos menores heredan la ropa de los mayores, las hijas buscan en el armario de sus madres o abuelas. En la película de 1985 Desperately Seeking Susan, Madonna compraba en Loves Saves the Day, la tienda vintage de East Village; y hasta Juan Herrera de Los 80 reconoce el valor de las prendas de segunda mano e instala una tienda de ropa americana.
Fue en la misma década en que transcurre esa exitosa serie de televisión chilena que se intensificó el vintage gracias al surgimiento de las tiendas de ropa usada, que en algún momento ofrecían vestimentas de grandes diseñadores, tesoros olvidados entre cajones y colgadores. “Al principio, comprar ropa de segunda mano era algo que la gente sin mucho dinero hacía, pero, poco a poco, se convirtió en algo aceptable”, señala Natalie Joos, la famosa directora de casting de Nueva York y amante declarada del vintage. Para Joos comprar ropa vintage es todo un estilo de vida que pone en práctica a través de su blog Tales of Endearment (talesofendearment.com) con fotos de tiendas y vestidos que ha ido recopilando. “La ropa de hoy no me llama la atención; me carga saber que existe ropa nueva tan cara, y que puedo encontrar un vestido de mejor calidad y confección por el mismo precio en una tienda vintage”, afirma.
En el país y el mundo, la ropa usada es la fuente a la que recurren artistas o personas que buscan diferenciarse del resto y dar con el look que llevan sus exponentes favoritos de rock, cine o ídolos. En ciudades como Santiago y Valparaíso, la proliferación de tiendas no se hizo esperar; aunque, últimamente, varias han cerrado ya sea por crisis económica o agotamiento del rubro. En Estados Unidos, míticos locales como la misma Loves Saves the Day o –la favorita de Marc Jacobs– O Mistress Mine, todas de Nueva York, también han sufrido cierres por culpa de las bajas ventas, ya sea por precios elevados o simplemente por la masificación de ofertas existentes. Eva Weiss, dueña de una de ellas asegura que “los precios en Etsy o tiendas online como Nasty Gal han acabado con nosotros”. Y en medio de la crisis, la extensión del conocimiento también ha dado paso a un culto que debate qué es la ropa usada y qué es la ropa vintage.
Encontrar prendas en la feria de ropa usada podría no ser lo mismo que encontrar una chaqueta Armani de los 80 en una tienda; más que por la marca, el término vintage acuña todo aquello que tiene más de veinte años de antigüedad.
“Es un movimiento que nace a comienzos del siglo XXI como respuesta a la crisis medioambiental y que contempla el fenómeno de la reutilización y de la moda retrospectiva inspirada en las décadas de los 60 y 70”, explica Karina Vukovic, arquitecta, gestora cultural, editora de VisteLaCalle.
Karina, además, es miembro importante del colectivo I Love Vintage que busca sacar adelante distintas oportunidades de mostrar y ofrecer al público prendas de este estilo. Se constituyeron en 2009 y lo integran chicas de la V Región amantes de la estética y dueñas de sus propias marcas: Rocket Closet, Bazar Chirola, Cejona, Re_Cuerda y Una Chiquilla. El resultado: más de cinco ferias en las que comprar vestidos, carteras y accesorios fue totalmente asequible.
Eleonora Aldea, fotógrafa, diseñadora gráfica y colaboradora del sitio web Zancada formó parte de la iniciativa. “La ropa usada puede ser cualquier ropa americana que vende marcas como GAP, Old Navy o A&F, que ha sido traída en fardos y que se vende barato. Pero la ropa vintage es ropa con historia, antigua, que se hizo décadas atrás”, relata Aldea. Por ello, el término que utilizamos más en Chile es a menudo diferente al que se contempla oficialmente.
Junto a las ideas de intervención pública, la ropa vintage también se ha convertido en un negocio con grandes resultados. Y cuando ocurre esto, marcas y diseñadores tan prestigiosos como Yves Saint Laurent, Gucci o Chanel se agrupan como pequeños tesoros que fueron confeccionados hace más de treinta o cuarenta años. Cameron Silver, un destacado empresario que inauguró su tienda Decades en 1997, es uno de los pioneros a la hora de sacar provecho de esta inversión, y consiguió que su boutique ubicada en Los Ángeles, Estados Unidos, sea la Meca para mujeres como Rachel Zoe, la misma Natalie Joos o Cate Blanchett. “Lo vintage se ha convertido en una forma de vida. Nuestros clientes comprenden el significado tras el deseo de obtener ropa única que es parte de la historia y que, al final, es una pieza que le da personalidad al guardarropa”, explica Silver. Y por ello, sus clientes no son los típicos amantes de la ropa usada; muchos no temen en desembolsar miles de dólares por una cartera Birkin de Hèrmes o un abrigo de Courrèges de los 60. Cameron justifica los lujos de su colección disponible, que reúne a Azzaro, Halston y otros grandes nombres de la moda: “La ropa vintage es vital para crear un estilo distintivo para cualquier amante de la moda”, asegura.