El colectivo de diseñadores que nació el año 2001, vive una nueva etapa en las propuestas y en la dirección de los diseños. El foco esta vez se centra en ropa de fiesta y calle. Para esta pasarela, se escogió el trabajo de seis de sus diseñadores.
Ten Piedad: Una línea de prendas muy usables, que gracias a la geometría de sus cortes, puede vestir muchos tipos de silueta. Los triángulos predominan como motivo central, aunque se produce un quiebre al presentarse un vestido donde la circularidad es protagonista y otro con tonalidades de marinero.
Sebastián del Real: Pastelero a sus pasteles. Vestidos, faldas y chaquetas soft y la aparición de algunas piezas vanguardistas con un alto contenido kitsch marcaron la presentación de esta propuesta cuyo hilo conductor fue la confección.
Silvia Rubio: Cosas que pasan mientras la ciudad duerme. Siluetas lánguidas y ceñidas al cuerpo en monótonos negros y nude dan forma a un enterito y a una serie de vestidos en satín y algodones cortados al sesgo. La elección y el manejo de las telas son lo discutible de esta propuesta.
Gaviota: Inspirado en el oriente con inclinaciones hacia el Japón, apostó por las notas étnicas y juveniles. Las prendas contaron con detalles muy elaborados y bien logrados como bordados, teñido y vuelos. Pero fue gracias a la manera en que se combinaron que tuvieron una coherencia y atractivo innegables.
Desastre: El hecho de abrir con sentadores cortavientos y shorts, para luego terminar con trajes de baño, dejó con gusto a poco. Si bien la marca masculina no ideó una propuesta de diseño en sí, la colección contó con una paleta de color atractiva y una confección impecable.
A de Antonio: SS 11-12. Aparece con un lenguaje estructural ya visto en sus colecciones anteriores: holgura en sus vestidos que deconstruyen la silueta-soporte. La materia prima es la transparencia, realizada mediante un tejido de partes y cuerdas, en una paleta equilibrada entre el nude y el negro.
