El martes en la noche, mientras estaba en la avant premiere de la película Coco antes de Chanel, me dí cuenta de cuánto me gusta la moda. Porque quería ver menos historias de amor y más tijeretazos, más telas, más vestidos. Lo más choro de la cinta protagonizada por Audrey Tatou fue cómo ella –o, mejor dicho, su personaje– va mirando el mundo desde la ropa y entendiendo su poder transformador y comunicador. Además, claro, de lo que ya se sabe: que Coco liberó a las mujeres de la incomodidad al vestirse, simbolizada en sus tiempos por el exceso de joyas, los sombreros incómodos y los corsets apretados.
Los críticos, de seguro, van a encontrar la cinta algo melosa o con errores técnicos de esos que sólo a ellos les importa. Sin embargo, creo que cualquier persona a la que le interese la moda debiera verla. La escena del desfile me sacó lágrimas y me hizo pensar en el valor de crear; en la gran diferencia entre hacer vestidos y ser diseñador, ser creador de moda.
Curiosamente, la primera vez en que yo pensé que quería ser periodista fue en el colegio, en segundo medio, cuando hice un trabajo de Coco. Era el año 86 –así de vieja soy- y no había internet, por lo que la investigación no fue fácil. Después, trabajando en revista Mujer, propuse hacer un artículo largo sobre ella, a propósito de las dos películas sobre ella que están en carpeta este año. Va el link, para quienes les interese saber más sobre esta ídola de la moda.