Como en el mundo del arte, la moda impacta, pero a veces no de la manera más atractiva o agradable posible. En ocasiones la ropa no alcanza, y para llamar la atención los diseñadores usan elementos y accesorios para exaltar la puesta en escena de sus pasarelas. El elemento sorpresa es clave, pero solo si el público entiende el estímulo visual que está observando. Hay veces que esto simplemente no ocurre, y ahí es cuando se cae en la etiqueta de “moda extraña” o “weird fashion”.
La primera pasarela del año lo trajo. Bobby Abley y Katue Eary utilizaron placas bucales, sombreros y máscaras de Mickey Mouse para complementar sus colecciones masculinas de otoño-invierno 2014-2015 en el London Collections Men. Ambas propuestas generaron una dicotomía entendible entre lo grotesco y lo humanamente infantil o dulce, como pueden ser los colores pasteles rosados o la cara del famoso ratón de Disney.
Martin Margiela y Alexander McQueen son parte del jet set de diseñadores que han sabido llevar con éxito este factor sorpresa de combinar un sombrero, una máscara o un llamativo corte de pelo, junto con la ropa de una colección. En sus pasarelas la moda se percibe como arte, y la excentricidad es parte de un todo: ropa y accesorios se complementan de manera unida y bajo una propuesta estética coherente. La sorpresa es impactante, pero agradable, y el diseñador se gana a la prensa y a los entendidos de la materia.
Hay veces que los elementos de asombro se perciben disconexos, muchas veces porque las piezas que complementan el atuendo no son construidas bajo el mismo concepto. Esto genera sorpresa, pero a la vez desentendimiento, y ahí es cuando la calidad del diseño se pierde por sobre el juego del impacto estético.
Cada persona puede percibir de manera distinta: ver una colección como obra de arte o como algo raro. La clave está en entender lo raro como parte de un diseño estético superior, y no como un adorno puesto solo para llamar la atención.
