¿Es Jeremy Scott uno de los diseñadores más originales? No. ¿Merecía tener su propia retrospectiva? Probablemente no. Pero detrás de su colorido legado, hay algo que igualmente engancha a los seguidores de la moda y que va más allá de logomanías y rostros famosos: la diversión que le da diseñar. Pocos pueden tomar solo eso como base y lanzar una propuesta llena de guiños a lo cotidiano, a la sociedad sin quererlo o al pasado. Y por eso Scott tiene a Viva Avant Garde celebrando su carrera en Dallas Contemporary.
Entre el 27 de enero y el 17 de marzo se encuentra abierta esta muestra, que tiene todos los looks favoritos en exhibición: los trajes florales de los cuales Franco Moschino fue precursor, los vestidos con candelabros y las propuestas espaciales que tienen inspiración de Pierre Cardin. El absurdo o lo cotidiano que se vuelve ropa -fundamento de la casa del italiano-, sigue estando vivo, en un nivel más pop que crítico, pero ahí está. Y también sus cercanos que aman llevar prendas de la casa, como Katy Perry y las hermanas Hadid.
Uno de los méritos del norteamericano es que persiguió su sueño hasta alcanzarlo; tal como vimos en su documental, The people’s designer, vivía en un pueblo sureño de Estados Unidos pero su debut lo realizó en París, un hito que pocos pueden alcanzar. Y desde allí hay un largo camino hasta convertirse en Director Creativo de Moschino, un puesto que le viene como anillo al dedo. Allí ha podido dar rienda suelta a todas sus locuras, a su estilismo único cautivando a una de las clásicas de la mejor era Vogue, Carline Cerf de Dudzeele, a sus pasarelas que a pesar de no ser tan originales, siempre tienen a todos expectantes, viendo qué mandará Scott en su última colección.
Fotos: Vogue, Instagram, Museo.