Burningman es un lugar donde la creatividad está en todas partes, donde mires hay algo que llamará tu atención: esculturas, instalaciones, los camps (que son los lugares donde uno se puede quedar, así como en motorhome, auto o carpa), la gente y sus looks. Cada vez que sales a recorrer Black Rock City en tu bicicleta, quedas en un shock visual y emocional porque te topas con gente de todo el mundo, ceremonias, fiestas, comidas, y lo más importante, con la mejor energía y el amor más espontáneo que se puede generar en un encuentro. Siempre desde la multiculturalidad. Yo he ido en 3 oportunidades e iría cada año, porque es lo que me recarga de energía y creatividad. Ademas me entrega esa sensación de tener un espacio en el cual solo tienes que ser y fluir, ya que todos están en esa sintonía.
A la hora de vestir, en Burningman encontramos tres categorías: los que son súper básicos, y que usan ropa que responde más a las temperaturas del lugar. Por otro lado están los que se visten con prendas que forman parte del código, es decir, con una estética llamativa, de muchos brillos, pero que aún así son funcionales. Y está un tercer grupo que es al que solo le importa la estética, y son aquellos en los que en sus vestuarios se nota el tiempo, la dedicación y el diseño. En el fondo estas son las personas que le dan el espíritu estético a Burning Man.
Nada de lo que les pueda contar describe lo que es estar y ser parte de Burningman. Pero si te gusta la música, el arte, la fiesta y la magia, te aviso: este es el lugar para ti. Así que si alguna vez tienen la oportunidad de ir, se los recomiendo infinitamente. Se hace una vez al año – entre la última semana de agosto y la primera de septiembre-, en el desierto de Nevada, Estados Unidos. Las entradas se compran en marzo a través de la página oficial y en la misma plataforma puedes encontrar el manual para saber qué hacer, porque si te decides necesitarás planearlo bien y partir al menos 6 meses antes con la logística de tu viaje.
Fotos: Majo Arévalo
