Películas como “Memorias de una geisha” (2005) con Zhang Ziyi, le mostraron a occidente cuáles eran las labores, etapas y detalles estéticos a cuidar por parte de las mujeres que se transformaban en verdaderas exponentes artísticas. Baile, canto, delicadeza al caminar y coquetería al maquillarse o peinarse, lo cierto es que las geishas se mantienen como un mito digno de Japón y su cultura, aunque en ciudades como Kioto prevalece la tradición, y es común toparse con maikos o aspirantes a geisha en sus calles.
Las maiko (traducción literal, “niña bailarina”), mantienen de hecho la estética típica que todos imaginamos de las mismas geishas. Ellas llevan el rostro blanco, se peinan de cierta y se preocupan de llevar los más elaborados kimonos. Su cabello va adornado con distintos kanzashi (adornos), confeccionados en seda y con aplicaciones de flores. Usualmente las maiko comienzan su carrera a los 15 años, y entre las labores que aprenden se mantiene la de realizar una correcta ceremonia del té y arreglo de flores, además de las características presentaciones artísticas por las que se les conoce. Cuando cumplen 20 años, se transforman en geishas o gekos.
Las geishas viven en casas tradicionales de Kioto y se presentan ante el público que tenga curiosidad por verlas. Gion Corner es uno de los teatros donde aparecen mostrando sus especialidades, que incluyen la ceremonia del té y una performance con música en vivo y canto. La labor principal de las maiko y geishas, es preservar las artes tradicionales, algo que a pesar de la modernidad tecnológica propia de oriente, ha sabido mantenerse con aires de misterio sin problemas.
Fotos: John Paul Foster, The coincidental dandy, Maikonosekai, Leolaksi, Dot Clue, Panoramio, Inside Tokyo.