¿Se acuerdan que hace poco les recomendé que vieran el sitio View on Fashion?
Me encanta, pero la verdad es que casi nunca alcanzo a verlo. El newsletter me llega al mail, lo guardo para “más adelante” y al final nunca lo leo. Igual que muchos otros newsletters a los que estoy suscrita. Tampoco alcanzo a leer las revistas que quiero ver, ni entrar a Internet a ver todos los desfiles que quiero ver.
Me pilla la máquina porque tengo mucha pega y de ámbitos variados. También trabajo como periodista con gastronomía, tiempo libre, belleza, cocina, vida social, salud, presupuestos, pautas anuales, eventos, clientes…
Pero eso no es todo.
Me pasa también que me mareo entre tanta foto. Al final ya no alcanzo a distinguir y diferenciar bien un desfile de otro. A menos, claro, que haya tenido la suerte de presenciar en vivo y en directo cada desfile, cosa que los fija en la retina –y en mi cabeza- con más fuerza y también con más filtro. O que se trate de la presentación de algún diseñador al que le he echado el ojo y me interesa observar su evolución.
Fuera de esto, siento como que todo es igual y diferente a la vez. Todo lo que me llega como “noticia” me da la sensación de que, en realidad, ya lo había visto antes. Es difícil sorprenderme. En gran medida porque demasiada gente está empeñada en hacer propuestas que sorprendan, pero finalmente ofrecen algo disarmónico, incoherente.
Echo de menos ver belleza. Ver propuestas que logren emocionarme. Ver diseños que me hagan sentir que estoy frente a algo que va a trascender, que tiene vocación de clásico, que puede después considerarse como obra maestra, que va a estar en libros de diseño. Eso es lo que espero y me gusta de la moda, más que encontrar qué ponerme o qué look quiero proyectar. Eso es lo que no encuentro casi nunca. Y no me pasa sólo con el mercado nacional, sino también con las semanas de la moda más importantes.
No quiero marearme más.