Colaboración por Francisca Contreras
Las épicas y celestiales figuras de las historias de dioses y divinidades de la era greco-romana quisieron hacerse presentes en la pasarela primavera-verano 2017 de la gran firma Marchesa.
La apuesta de las británicas Karen Craig y Georgina Chapman quiso traer de regreso la figura del chitón o quitón dórico, una prenda similar a la túnica, la que fue confeccionada en sus inicios como una prenda corta hecha de lana.
El paso del tiempo y el avance de los imperios hizo que esta pieza de vestir, en un inicio utilizada tanto por hombres como por mujeres, comenzara a ser confeccionada en nuevas telas, las cuales variaban según el rango y clase social a la que su dueña perteneciese.
El clasicismo ateniense transformó definitivamente la prenda, que se comenzó a trabajar en lino y que incluía un cinturón en la cintura que dejaba ver de manera evidente las formas femeninas en la pieza de tela.
Pero el eco del pasado en la apuesta de Marchesa pisó fuerte en la actualidad. Esto se refleja en el uso de telas tornasoles, donde los vestidos largos, el escote en V, junto a las piezas metalizadas y doradas combinadas con plumas, flores, flecos, brillos y maravillosos tejidos transportaron a los asistentes a un espacio idílico digno de la primavera de Sandro Botticelli.
La paleta de colores veraniegos de la marca osciló entre los tonos suaves y pastel, los cuales dieron la bienvenida a las estaciones cálidas y sorprendieron con sus telas degradadas.
La gran espera de Craig y Chapman está en ver cómo alguno de los privilegiados vestidos de la colección se toman las más importantes ceremonias de premios de este 2017, dando a las alfombras rojas un toque de divinidad y el regreso de aquella imagen de la mujer que el tiempo ha ido dejando de lado.
Fotos: El Mundo.
