Siempre supo que quería trabajar en moda, pero no sabía en qué área. En 2017 decidió que quería dedicarse al maquillaje y compró su primer kit básico. Desde ese minuto, Julio Olguín no soltó más las brochas y comenzó su carrera, de manera autodidacta. “Fue muy loco, un día me dije “seré maquillador” y a la semana estaba asistiendo. Tuve la suerte de trabajar desde el primer día, así que todo el aprendizaje fue en la práctica, aprendí literalmente en los sets”.
“Para mí que soy freelance cada día es distinto, y ahí está probablemente la parte difícil. No contar con un sueldo fijo o una fecha de pago para poder organizarme es algo con lo que aún estoy aprendiendo a lidiar. Pese a ello tengo la suerte y agradezco por sobre todo la posibilidad de poder trabajar en lo que me gusta y poder hacer moda, lo que es un placer que experimento a diario”.
“Me gusta que el maquillaje que hago sea un velo transparente, que sea cómodo lo que no necesariamente lo hace menos intenso. Después ves las fotos y el acting de la modelo y todo es magia; una especie de alquimia que se da con pinceles y productos”.
“Mi meta soñada aunque suene meloso la vivo a diario. Vengo de un barrio humilde desde donde realmente es difícil salir, las condiciones no siempre están a tu favor y sin apellido, sin dinero y sin contactos fue una odisea llegar hasta acá. Un sueño en particular es poder trabajar en algún Fashion Week de las capitales más importantes de la moda”.
