A lo largo de varios artículos, hemos analizado como los diseñadores norteamericanos se han visto opacados por sus pares europeos, especialmente al hablar de alta costura. Salvo algunos casos puntuales como la visita de Halston y otros destacados a Versailles en 1973, las marcas norteamericanas han tenido menor fama que otros creadores, hasta que apareció James Galanos.
Galanos fue desde joven todo un prodigio de la moda; comenzó como asistente de Jean Louis, y pronto fue enviado a París a seguir su entrenamiento bajo Robert Piguet, el mismo diseñador que ya tenía el staff de asistentes más talentoso del mundo; al incorporarse a Piguet en los años ‘40, Galanos compartió roles e ideas con Pierre Balmain, Hubert de Givenchy y Marc Bohan.
Antes de convertirse en el diseñador favorito de Nancy Reagan –ella llevó un vestido hecho a la medida para la ceremonia inaugural de su esposo como Presidente en 1981-, Galanos ya deslumbraba a sus colegas en Europa. “Este tipo de cosas no se ven tan bien hechas aquí”, afirmaba el propio Givenchy al revisar la confección del norteamericano. Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe, Diana Ross y muchas otras famosas se apropiaron de los largos y brillantes trajes confeccionados por el diseñador, quien se retiró en 1998 de la escena pública. Hoy sus vestidos vintage son altamente codiciados y llevados en alfombras rojas de Hollywood.