La versión original de la película “El cartero llama dos veces”, tenía a la actriz Lana Turner llevando un traje de short con crop top que, para 1946, parecía rayar en la frescura y el atrevimiento. Éste sería solo uno de los grandes hitos que la vestuarista Irene Lentz o simplemente “Irene”, tendría a lo largo de su carrera que se extendió desde fines de los años ’30 hasta 1962, fecha en la que se suicidó dejando un gran misterio tras su vida. Pero su obra, que para algunos resulta imprescindible para la gran pantalla, es desconocida para la mayoría de las personas.
Fiel diseñadora dentro y fuera del cine, de actrices como Doris Day, Lucille Ball o Marlene Dietrich, Irene formó su carrera en base a una fama intachable como diseñadora. Fue tanta su fama que junto al diseñador Adrian Greenberg, más conocido como “Adrian”, a secas, ha sido una de las pocas figuras en tener su propia línea de ropa, con la cual emularon el glamour que le dieron a la gran pantalla a través de las películas, para que cualquier mujer pudiera llevarla en su vida diaria. De hecho, luego que el mismo Adrian renunciara a los estudios MGM en los años ’40, Irene tomó su lugar consagrando definitivamente su imagen como una original y muchas veces arriesgada creadora.
Pese al éxito y al respaldo de famosas clientas, Irene mantuvo una trágica corta existencia. Para algunos, su romance secreto con el actor Gary Cooper –quien murió antes que ella se suicidara–, fue una tónica para la depresión que sufría. A pesar de ello, el trabajo que dejó en películas como “Shall we dance” (1937) con Ginger Rogers y Fred Astaire, “Meet me in St. Louis” (1944) con Judy Garland o sus nominaciones al Oscar por Mejor Vestuario con “Midnight Lace” (1960) o “B.F.’s Daughter” (1948) con Barbara Stanwyck, forman parte del importante legado visual del Hollywood de Oro.
Fotos: Irene Lentz, IMDB, Historias de Cinema.