Antes que el imperio de la vanguardia se instalara junto a Nicolas Ghèsquiere para Balenciaga, la firma vivió una intensa resurrección de la mano de dos nombres casi desconocidos. En 1987, Michel Goma se hizo cargo de los diseños, mientras que el belga Josephus Thimister permaneció por más de 5 años moldeando una nueva etapa en la vida de esta marca.
Una nueva mirada a los archivos clásicos de la casa –que siempre incluyeron muchos colores y formas diferentes-, se asomaron de la mano de Thimister. El diseñador, que el 2001 fue destacado por Anna Wintour como uno de los 21 nombres de la moda más importantes, comenzó trabajando para Karl Lagerfeld en Chanel, y antes de su llegada a Balenciaga se dedicó a la ilustración de moda. Pero en 1992, fue contactado por los dueños de la marca para que se hiciera cargo de la línea de pret-a-porter y accesorios, donde instaló clásicos elementos a nuevas formas.
La alta costura estuvo siempre presente en el estilo de Balenciaga durante los años de Thimister. El mismo diseñador, que estudió en Antwerp bajo la misma generación que Ann Demeulemeester y Martin Margiela, fue el que acogió y trabajó junto al aprendiz Nicolas Ghèsquiere antes de su ascenso como Director Creativo, que se produjo en 1997. Thimister fue despedido ese año, y en 1998 comenzó brevemente su paso por la alta costura bajo su mismo nombre. A partir del 2005, se hizo cargo de la firma Charles Jourdan, donde permaneció hasta el 2007. El 2009, volvió a la escena al ser invitado a mostrar su colección en Paris Fashion Week, donde nuevamente deslumbró con su estilo.