El 2016 representa un gran año para Octavio Pizarro, el diseñador chileno con más trayectoria y logros en el extranjero. Sus más de 20 años en París dedicándose a la realización de diseño de vestuario, primero como un joven aprendiz de L’Ecole de la Chambre Syndicale y luego trabajando para firmas como Jean-Louis Scherrer, Guy Laroche y Jacques Fath —de esta última fue director creativo—, le han valido la distinción Gran Premio a la Creación de la ciudad de París. El galardón también es un reconocimiento de la Federación Francesa de Prêt à Porter femenina y marca un nuevo capítulo en la vida del chileno que hoy ve los frutos de más de 10 años de trabajo al mando de su propia marca Prêt à Porter.
Desde su meticuloso y ordenado estudio en París, lugar al que llegó durante la década de los 90 para dedicarse de lleno a aprender sobre el diseño de vestuario y la cultura que se respira en cada rincón de esa ciudad que tanto anhelaba conocer desde que estudiaba en el colegio Mackay de Viña del Mar, Octavio nos concedió esta entrevista, a solo días de haber recibido el galardón anunciado en diciembre pasado.
-¿Cómo recibes este premio que te otorgó la ciudad de París?
-Este premio ha sido tanto un cierre como una apertura a un nuevo capítulo de mi vida profesional. Lo recibo como un reconocimiento que abre otra página, la de la consolidación de mi marca, dando más fuerzas para trabajar y así poder abrir otras puertas.
-¿Qué fue lo que te enamoró de la moda y de París para iniciar tu trayectoria en esto?
-El dibujo, todo partió por el dibujo. Siempre me gustó pintar, dibujar y ser cercano a todo lo que es el arte. Eso hizo que los bosquejos se transformaran en croquis de moda y de vestidos, y desde muy niño puesto que tuve mucha influencia de parte de las mujeres de mi casa: mi mamá y mis abuelas… mujeres que siempre estuvieron muy impregnadas de la moda. Entonces yo siempre estuve con el asunto en la oreja.
-¿Qué fue lo que te llevó a radicarte en París a principios de los 90?
-Esa época venía cargada de la dictadura. Chile era un país cerrado donde no había absolutamente nada, pero en definitiva fue el amor por París lo que me trajo hasta acá y nació absolutamente como algo natural. Yo estaba en el colegio y lo más importante era ir a la Librería Francesa, donde estaban todas las Vogue y las L’Officiel con tres meses de atraso.
-Después de tantos años al mando de tu propia marca y de la experiencia de haber sido asistente de Jean-Louis Scherrer y director en otras dos grandes firmas de la moda francesa, ¿qué es lo que aún te hace vibrar de la moda?
-Es la fantasía de sorprenderte cuando ves a un diseñador que hace un trabajo magnífico. Una de las cosas que más me apasionan de la moda es cuando toda esta realidad de la cabeza se transforma en realidad, cuando las cosas empiezan a salir de mi mente y los croquis fluyen. Esa pasión nunca la he perdido. Desgraciadamente el business es uno que está complicado y hay veces que el tiempo para poder diseñar hay que inventarlo.
Imágenes de la colección Otoño/Invierno 2015-2016, la cual fue presentada en la semana de Alta Costura parisina en la Maison de l’Amérique Latine.
-¿Qué opinas del ritmo actual de los diseñadores y las presentaciones de las colecciones de moda?
Hay tanta cantidad de gente, tantas marcas y diseñadores que creo que también es difícil que el mundo o el mercado de abasto para todo. Además de que el mercado fluctúa muchísimo, todo está más rápido. Eso hace que la moda cada día sea más efímera y por eso para mi es mucho mejor hacer una moda que sea seria y de calidad. Ésa es la única manera de diferenciarme.
-¿La anécdota profesional más importante que te ha entregado esta carrera?
-El año pasado estuve invitado a hacer el Fashion Week de Budapest y fue increíble porque la gente me pedía autógrafos. ¡Fue todo un éxito! ¿Quién iba a pensar que la gente me conocía en Hungría? Aquí presentamos la colección Invierno 2015.
-¿Tu mejor lección o recuerdo durante tu aprendizaje en París o en los años de desempeño para Guy Laroche o Jacques Fath?
-París me ha dado cultura, creo que un diseñador de moda tiene que ser una persona culta. No concibo a un diseñador que no tenga conocimiento respecto a la historia del vestuario, pero también de la cultura en general puesto que la moda es más que solo moda, es más que lindos vestidos y chaquetas: hay un por qué de todo, uno socioeconómico, cultural, histórico, etc. Una sociedad como la francesa es muy culta y tiene una manera de ver las cosas bastante serias. Los latinoamericanos nos vamos más por la cosa local y muy light. También he aprendido mucho a tener una cultura de respeto por la gente.
-¿En qué estás trabajando actualmente?
-Estoy trabajando en la colección prêt à porter de invierno que la vamos a presentar en marzo en el París Fashion Week. Será un showroom para los compradores solamente. Creo que si no tienes la fuerza para atraer una cierta cantidad de gente, no vale la pena hacer un desfile puesto que son gastos muy grandes que luego tienen que ser recompensados. Por eso, para mí es más cómodo presentar en el marco de Couture, donde la visibilidad es más accesible.
-¿Cuál es tu definición de la industria textil en Chile? ¿Hay algún diseñador al que le sigas los pasos?
-Es que no hay industria textil en Chile. Las grandes fábricas textiles no existen, se acabaron. Lo que existe ahora es la generación de nuevos diseñadores que están saliendo y ustedes mismos que están ayudando a que la gente sepa más de moda. Estos últimos 20 años los grandes protagonistas han sido las marcas de retail que han mandado la industria y creo que no solo en Chile, sino también en varios países de Sudamérica, como Perú, aunque ellos sí tengan industria textil. Por otro lado, la gran abertura económica también atrajo a las grandes marcas de lujo —como Salvatore Ferragamo, Dolce & Gabbana, Carolina Herrera, Louis Vuitton y Gucci, entre otras— y a las de moda rápida como Zara y H&M.
Hoy en día pienso que Chile está abierto a tener más información, a que las nuevas generaciones tengan una sensibilidad a la moda y a las tendencias que antes no existía y que hoy es más rápida e internacional, menos local. Eso hace que la industria de los diseñadores sea más difícil.
Creo que hay diseñadores con talento, pero el negocio, marcado por todo lo anterior, es muy difícil en el país. Hay poca seriedad en la mano de obra y no hay fábricas especializadas para que te ayuden a confeccionar las colecciones.
-¿Cómo es tu relación profesional con Chile?
-Tengo un estudio que me encanta. Ahí recibo a todas mis clientas, tengo un ramillete que quiero mucho en Santiago y en ciertos años también me he ido expandiendo a matrimonios y vestidos especiales, pero yo sé que aquí es mi casa (en París) y aquí es donde está mi vida. Me siento muy cómodo acá.
-¿Cómo proyectas tu marca de aquí a varios años más?
-El ideal es tener varias tiendas y también una línea que no solo conlleve ropa sino un todo, tener una capacidad de dirección artista que me permita no solo tocar la ropa sino también crear home collections, perfumes y ¡también moda masculina! Me encantaría hacer una colección para hombres.
-Finalmente, ¿para quién diseñas, qué diseñas y por qué?
-Diseño para una mujer que es la misma que está aquí y en todas partes del mundo: la mujer Pizarro. A ella la defino como a una mujer fuerte y sin edad, que tiene un carácter definido, seguro, pero a la vez femenino. A veces es profesional y a veces no, pero definitivamente no es vulgar ni sexy. Me gusta más tapar a la mujer que desvestirla. Nunca he sido un diseñador al que le guste mucho el show off, por parte del diseño nunca diseñé cosas extravagantes tampoco. Creo que, finalmente, cuando uno se va depurando a medida que pasan los años, lo que queda es hacer cosas que sean menos moda y más arte.
Imágenes cortesía Octavio Pizarro