“Siempre quise ser modelo y tener otra carrera al mismo tiempo: psiquiatra/modelo, actriz/modelo y además necesitaba plata. Cuando era chica, mi familia tenía una muy buena situación económica, pero a los 10 años lo perdimos todo”, relata la modelo chilena Pamela Bahre al comienzo de nuestra entrevista. Con 1,70 mts., una figura elegante y una personalidad divertida, una de las modelos chilenas con más éxito en el extranjero nos deja revisar su historia, la misma que pocos conocen acá y que comenzó en un concurso de belleza a fines de los años ’90.
Comenzaste tu carrera en el concurso Miss 17 ¿Qué te llevó a participar de esa instancia?
Este concurso era un semillero de estrellas, y se transformó en una buena oportunidad para mí. Tomé esa opción y quedé dentro de las nueve superfinalistas. Eso significó lograr hacer campañas para marcas como jeans Ricciardi, Eclipse, todas las que auspiciaban el concurso Miss 17. En ese momento, decidí seguir la carrera de modelo profesionalmente. Me iba bien en el colegio pero no tenía los medios para seguir estudiando; quería viajar y lograr varias cosas que el modelaje me permitió hacer. A los 17 años ingresé a la agencia Bookers, donde sus dueñas, Claudia Guzmán y Estela Mora, se transformaron en una especie de madrinas para mí. Junto a ellas, conté con el apoyo de mi amigo más querido, el diseñador Jaime “Oso” Troncoso, y también con el estilista Pato Araya y su pareja. Ellos me aconsejaron y enseñaron todo lo que necesitaba saber; me recomendaban para trabajos, mientras Pato y “Oso” se convirtieron en mi familia.
¿Fue un shock para ti entrar a este mundo?
No, la verdad no. El shock real lo experimenté cuando me di cuenta que el talento no alcanzaba; siempre hay que tener pitutos. Eso fue lo único que no me gustó de este mundo.
¿Cuál fue tu primer gran hito dentro de tu carrera?
Cuando logré aparecer en la portada de la revista Paula, en 1999 o el año 2000. Era el especial de Hombres y Roberto Edwards fue el fotógrafo encargado. Me encantó trabajar con él, habíamos estado juntos en el proyecto Cuerpos Pintados donde también conocí a la Anahí Miralles y Catalina Correa. Después me quedé por mucho tiempo trabajando en esa revista en editoriales o beauties, por lo menos durante 2 o 3 años. En esa época también me convertí en el rostro de Falabella durante un año y medio, en la primera vez que trabajé con Iván Petrovich; también aparecí en otras revistas como Vanidades.
¿Qué fotógrafos y rostros causaron gran impresión en ti?
El fotógrafo Mario Salazar y Poli Picó, la maquilladora. Mario me ayudó mucho antes de partir al extranjero a armar el book profesional. El fotógrafo Renato del Valle también me encantaba, Nina Mackenna a quien recuerdo con mucho cariño, Jaime Troncoso y Pato Araya por supuesto. En cuanto a modelos, Pilar Jarpa, Carolina de Moras, Carola Jorquera, Rodolfo Lértora. En todo caso, el éxito va de la mano con la magia interna, con el ángel de una persona.
¿Cuándo decidiste probar suerte en el extranjero como modelo?
Conocí a Ofelia Memoli, en ese tiempo head booker de Elite Models. Pasaron algunas cosas en mi vida personal, y ya tenía la idea de radicarme un tiempo en el extranjero; no lo hacía porque mi padre estaba muy enfermo y me sentía culpable de perderme los últimos momentos de su vida. Pero debido a esos problemas personales, resultó muy imperativo que me fuera del país y así lo hice. Ofelia me ayudó y llegué a radicarme en Singapur. En ese lugar me quedé 2 meses y medio, luego estuve 4 meses en Tailandia. No logré amasar una gran fortuna, pues todo se cobra y como modelo obtienes una mesada semanal. Aunque no tenía mucha plata, logré conseguir grandes fotos. Aparecí en la revista Seventeen, en Clio, logré participar en un dossier para Chinique, salir en la publicidad de diferentes marcas. También logré trabajar con una casa alemana participando en los showrooms de Valentino, Moschino, Alberta Ferretti, Blumarine y trabajé con ellos durante un año. Creo que en el fondo, el capital de la modelo siempre son las fotos y su presencia en los castings.
¿Qué otras campañas realizaste en el exterior?
Trabajé para Kodak, Coca-Cola, Nokia, Samsung, en su mayoría para campañas en toda Asia y se mostraban las fotos en grandes vallas publicitarias. También aparecí en advertorials de revistas de los cosméticos Chanel, Clinique, Clarins -marca con la que trabajé también para Grecia -, catálogos para Umbro.
Con los debates sobre la edad a la que comienzan a trabajar las modelos, ¿Crees que en tu caso, a los 19 años fue una buena edad para trabajar sola en el extranjero?
Creo que psicológicamente nunca existe una edad perfecta; hay gente que madura más rápido y otra de edad avanzada que aun vive en un mundo de Bilz y Pap. A los 19 años es una buena edad, porque ya terminaste el colegio y sabes lo que es salir a fiestas y compartir. A mi me jugó en contra porque mientras más joven mejor en el caso del modelaje, pues demoras un par de años en conseguir un buen book. Lo bueno es que logré en solo un año armar una buena colección de fotos, y sabía que podía irme 3 meses a Japón o Hong Kong donde tenía un monto de dinero para recibir definido. Como soy amistosa, hablaba con muchas personas para conocer qué mercados aparecían más convenientes para las modelos, mostraba mi trabajo y conocí muchas agencias. Siempre me fue muy bien en la carrera.
Parte uno leer acá.