Corrección: Andrea Martínez
En Colombia se erige una escuela de diseño preocupada de formar profesionales orientados a todos los ámbitos de su negocio. Décadas de trabajo y aprendizaje a través de su padre le han dado el lugar que hoy ostenta Arturo Tejada como líder de esta escuela, y estas son sus apreciaciones sobre el diseño local.
“Mi nombre es Arturo Tejada Tejada. Soy arquitecto, empresario en la educación y apóstol en la formación del diseño”. Así comienza la entrevista que nos permite conocer al heredero de la Escuela de Diseño & Mercadeo de Moda Arturo Tejada Cano, entidad colombiana que simboliza 75 años de tradición vinculada a la industria. La historia de esta institución se remonta a los años ’60, cuando fue fundada por Arturo Tejada Cano, quien luego de estudiar en la Chic School of Fashion Design en Nueva York se dedica a la producción de ropa en cadena e inaugura una nueva era con la tecnología del patronaje en Colombia. Arturo hijo tuvo una inusual tarea en este imperio: a sus 15 años, debía dictar las clases de dibujo los días sábado para ganarse su mesada, y poco a poco desarrolló más afición al dibujo, hasta enamorarse de él y estudiar arquitectura. Ante la enfermedad de su padre en los ’70, tuvo que tomar la decisión de concentrarse en la compañía familiar, tema que hoy nos reúne para explorar los inicios del diseño en Colombia.
¿Cuáles son las distinciones que tiene la carrera de diseño en la Escuela?
Tenemos un plan que se caracteriza por tener una estructura muy integral, lo que se refleja en sus estudiantes. En nuestra filosofía pensamos primero que el estudiante tiene que aprender a hacer, paralelamente desarrollar la conceptualización y la creatividad, porque la creatividad no se estudia en las instituciones, se desarrolla con la vida. La técnica es diferente, pues la puedes aprender muy rápido. Los 3 años iniciales tienen que estar fundamentados con una buena técnica; no basta la creatividad. Y llevo 30 años dirigiendo toda la estructura de la institución bajo este plan estratégico.
Hoy la industria va a una velocidad que no te imaginas. El promedio de una articulación curricular y un cambio curricular en una estructura universitaria se extiende hasta 8 o 9 años. Aquí en Colombia desaparecieron los diseñadores textiles, quienes hoy intervienen los textiles son los diseñadores de moda. Entonces a los diseñadores de moda hay que enseñarles sobre la industria textil, los procesos de acabados textiles, hay que involucrarlos para que puedan desarrollar estrategias. Hoy el perfil del diseñador es polivalente. La polivalencia hace que un muchacho tenga que tener un conocimiento amplio, entender todos los procesos desde el marketing hasta la manufactura, y deba estar muy conectado con el tema comercial para poder resolver la problemática y dividir la industria.
¿Cuántos alumnos tienes aproximadamente y cuántos han completado sus estudios?
Más de 1.500 alumnos forman la comunidad en total. Anualmente, egresan unos 70 a 80 estudiantes promedios. A lo largo de 12 años han egresado cerca de 12.000 estudiantes, y cerca del 32% de ellos están hoy en la industria. El 16% tiene sus propios proyectos de emprendimiento y marcas propias. El resto se dedica a otras actividades.
Ángel Yáñez, Julieta Suárez, Lina Cantillo, Ricardo Pava, Mabel Palacio y otros nombres del diseño han egresado de la Escuela o han sido influenciados por la institución. Porque además les doy seminarios, los oriento en sus proyectos o los asesoro como consultor. Y por otro lado existen marcas visibles o no visibles que son muy exitosas en el mercado, y que en su gran mayoría están conformadas por equipos de diseño con egresados de esta institución; en este aspecto son muy buscados, por ser integrales y polivalentes.
¿Qué otras escuelas o academias de diseño surgieron en Colombia y en qué se diferencian con la Escuela?
El origen de las escuelas de diseño es diferente a la nuestra, pues la Escuela nace de una vocación particular y una coyuntura específica. Las escuelas restantes tuvieron su origen en lo que se conocía como academias de corte y confección, orientadas a la modistería o la sastrería, careciendo del concepto de diseño integral. Las escuelas privadas en Colombia son muy escasas, y casi no existen las dedicadas a la formación del diseño de moda. Me parece inaudito que siendo Colombia un país con vocación textil de 100 años y con una industria de 80 años, aun las universidades no tengan una conciencia clara al considerar el sector textil como uno estratégico para la dinámica del país. Y fue simplemente en esta década que las universidades se dieron de la tarea de formar diseñadores de moda.
Hoy existen la Universidad Pontificia Bolivariana, área andina, la Colegiatura Colombiana de Diseño que hizo su transición de una escuela de carácter técnico a una escuela universitaria. Y hay otras que llamo “universidades de cajón”, pues confeccionan un programa de moda por el boom sobre el área, pero no tienen estructura, calidad, consecuencia en el desarrollo; la llamada profesionalización del diseño es un fenómeno reciente.
¿Qué foco hay que darle a las instituciones para que puedan satisfacer un modelo exitoso en el extranjero?
Primero, que las universidades tengan un conocimiento profundo y un análisis sensible en las tendencias macroeconómicas, sociales y de negocios que se generarán durante los próximos años, para alinear precisamente la estructura de sus planes curriculares en función de ellas. Segundo, entender cuál es la exigencia que hoy demanda la industria. Es más, hoy discrepo mucho la concepción del llamado “diseño de autor”; lo entiendo, pero la industria no la puedo ver sólo bajo esa óptica.
Colombia y su historia en la moda
¿Cuál podría ser un breve recorrido de la historia de la moda en Colombia?
Colombia producía algunos materiales en el país pero las importaciones de la época fueron una gran competencia. Los paños ingleses los traemos desde Manchester; la influencia de la moda francesa fue determinante en el concierto de la época. Sin embargo, ese desarrollo da origen a generaciones comprometidas con la modistería y con la sastrería que empieza a crear una tradición en el país. Indudablemente la ropa venía de afuera, por lo menos hasta los años ‘40, cuando la influencia extranjera era determinante. Sólo hasta la década de los sesenta o finales de los cincuenta la influencia americana empezó a entrar con mucha fuerza, especialmente en la indumentaria casual.
Las fábricas comienzan a surgir en Colombia porque los excedentes de la producción de la cerveza generan la posibilidad de desarrollar otras actividades. Las hilanderías y fábricas textiles se vuelven un campo importante; Colombia comienza a principios del siglo XX su industria y Antioquia es un escenario muy importante para ello. Hoy Bogotá concentra más producción que Medellín, pero Medellín concentra más confección industrial que Bogotá. Estos dos grandes polos concentran casi el 84% de la producción del país y el resto se distribuye en otras regiones.
Los sastres son pioneros en el diseño y hacen una transición para convertirse en fabricantes. Personas como mi padre, Arturo Tejada Cano, Toby Setton o Margarita De Wolf fueron importantes manufactureros, todos crearon esa transición a las tiendas y los procesos industriales para convertir al proveedor de moda bajo una concepción del diseño más elaborada y basada en patrones universales. Viajaban, importaban las telas, traían las ideas, las interpretaban y fabricaban. Luego en la década de los ochentas aparece una generación de diseñadores importantes en Colombia integrada por Bettina Spitz, Amelia Toro, Amelia Piedraita, Pepa Pombo, Doris de McAllister; puedo enumerar 15 ó 16 diseñadores que tienen sus orígenes en la década de los ochentas.
¿Cuáles fueron los principales textiles que empezaron a reproducir en el país y cuáles obtienen hoy?
La vocación del país ha sido el algodón desde su origen. Teníamos regiones enteras cultivando el algodón, y la vocación textil nace particularmente de la tejeduría para este material. En Colombia no tenemos otras fibras.; sólo años después se logra orientar hacia las fibras sintéticas.
Hoy, nuestra lucha es la liberalización de la agenda de materias primas, en el cobro de los impuestos porque sino no podemos competir. Debemos traer las materias primas y ponerlas en zona franca para volver a exportarlas; pero el tema de la devaluación del dólar golpea muy fuerte a la industria exportadora. El error que cometió Colombia fue carecer de liderazgo visionario y flexibilización frente a la nueva dinámica que originaba el entorno de negocios a futuro corto, mediano y largo.
¿Cuál podría ser el proceso de lograr la identidad propia en un diseñador?
La identidad parte con la creación, la interpretación, que el diseñador entienda desde su propia visión cómo él concibe las cosas. Ese es el fundamento de la identidad. A esto pues le agregas otros factores: el tema de cultura local, cultura global , pensamiento abductivo, de atreverse a pensar distinto y de constituirse como un ser único. Quien lo valora realmente no es él sino el mercado al cual el diseñador realmente quiere llegar. El diseñador que se propone tener una identidad propia debe tener un patrón de cultura profundo, ser un conocedor del estilo, un contenedor del conocimiento, del comportamiento de la gente y también en su definición antropométrica, conocimiento de la tecnología.
Por último, ¿Cómo ves el momento en torno a la moda en la actual Colombia?
Complejo, difícil pero con enormes oportunidades. Así como tenemos fuertes amenazas, podemos decir que tenemos un prospecto interesante. Digo complejo porque la competencia es severa, somos países que apenas estamos en desarrollo y hoy la concurrencia de las marcas de afuera hacia los mercados emergentes es dramática. Y no sólo hablo de moda: el diseño gráfico, el diseño industrial, el diseño ambiental, todas empiezan a generar ya una estructura de visiones corporativas integradas que le va a permitir crecer el país de una manera mas vertiginosa y rápida. Ahora parte de la base que tengamos una conciencia unificada, que concertemos entre todos lo que queremos y hacia donde queremos llegar, porque sin la acción de todos no se hace nada; o todos juntos o morimos.