El Oscar número once del Titanic

El Oscar número once del Titanic

Titanic. Así de simple. Con sólo nombrar el nombre de esta película se nos abre un imaginario infinito y recuerdos por montones. Icono de una época, la película que hace más o menos 15 años atrás llegó a hacer historia y a quedarse en la retina de todos los que la vieron. Desde la clásica imagen de Rose y Jack en la Proa del barco, con sus brazos extendidos mirando al infinito, hasta la escena en que la enamorada protagonista espera junto al gran reloj a Jack. 

Parte de la construcción estética del largometraje está compuesta por los maravillosos vestidos de Kate Winslet y su familia, además de los trajes de Leonardo DiCaprio.  Todos estos trajes fueron galardonados con un Oscar por mejor vestuario en 1997, gracias al arduo trabajo de la diseñadora Deborah Lynn Scott. De los 89 premios que Titanic se hizo merecedor, el de mejor vestuario ha fascinado siempre a los fanáticos, puesto que la mayoría de las piezas ideadas por Deborah se han quedado guardadas en el inconsciente colectivo.

Después de estudiar teatro en la universidad, y luego de trabajar durante muchos años en producciones teatrales de su comunidad, la talentosa vestuarista decidió partir a Hollywood y fue casi inmediatamente entonces que comenzó a trabajar como empleada en la producción de vestuario de la película ET. Algún tiempo después fue ascendida a diseñadora de vestuario para la aventura de Michael J. Fox, “Regreso al futuro” y fue ahí donde el éxito comenzó a llegar.

Deborah se ha mantenido versátil, no tiene una especialidad en particular, pero sí una debilidad: las películas de época. Es por esto que hacer un largo recorrido e investigar la moda de clase alta de 1912 para contextualizar el vestuario de Titanic fue un sueño para ella. Zapatos, bolsos, sombreros, joyas, guantes; mujeres en corsés, pedrería en todos los detalles, encajes por montones y colores pasteles eran los reyes de los eventos sociales de la época. La emblemática película de James Cameron nos dejó a través de los años un legado visual, y todo gracias a la gran pasión e imaginación de Deborah Lynn Scott.

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