Nasty Gal, una boutique online de ropa vintage fundada en 2006 por Sophia Amoruso, de entonces 22 años de edad, cambió el juego de las tiendas e irritó a las marcas establecidas al ser creada por una millennial atrevida y creativa. Gracias a este joven negocio, Amoruso llegó a ser parte de la lista de Forbes de las “Mujeres que se convirtieron en millonarias por sí mismas” en 2015, con una fortuna estimada de US $ 280 millones. Así el imperio ya estaba establecido, siendo una referente para los jóvenes que esperaban vestir con las últimas tendencias y romper esquemas sin la necesidad de gastar demasiado.
Los conflictos entre la marca de Amoruso y las grandes firmas de moda del mundo fue constante. En reiteradas ocasiones se les acusó de plagio por los tenaces guiños hacia símbolos de la cultura pop sobre sus camisetas o directamente la imitación, de bajo costo, de prendas de diseñador. Esto le costó millones en procesos legales y pagos por daños hacia las marcas ya que, a pesar de que es común ver imitaciones y réplicas de prendas en grandes comercios online (como Ebay o Alibaba), esa producción en masa parece no afectar tanto a las casas de moda como sí lo hacía la exposición en las redes sociales que tenía Nasty Gal dado que lograba mover masas juveniles.