El graffiti se ha presentado siempre como una propuesta estética interesante. De hecho, su incursión ha sido tal en el mundo de la cultura actual, que muchas veces han ingresado a los museos, e incluso, las obras del graffitero Bansky se han llegado a rematar por sobre los 80 mil dólares. Pero ésa es harina de otro costal, que sólo viene a dar un contexto a cómo los murales y los grafitis han intervenido en el mundo de la moda, especialmente la masculina.
Durante las colecciones de otoño invierno del 2013, fueron varios los diseñadores que intervinieron sus ropas con el arte callejero. Jean Paul Gaultier, por ejemplo, hizo en las colecciones de vestuario femenino su aporte principal a esta tendencia, pero también intervino en algunos de sus pantalones y camisas para nosotros, con diseños clásicos de los Tag (la firma de los graffiteros). También usaron tendencias similares Moschino y Dries Van Noten, pero éstos fueron mucho más radicales en su expresión callejera, cubriendo trajes completos con los colores y diseños que suelen utilizarse para pintar las paredes, aún cuando sus diseños y tipografías tenían más relación con los trenes que recorren la ciudad de New York que están saturados de información.
La tendencia sigue en el verano del 2013 pero con un aire renovado y ya no tan literal. Los diseños y tipografías fueron reemplazados por estampados de aerosol fluorescentes como lo hizo la marca Libertine, o por manchas de brochazos y pinturas que a ratos se parecían más a esas paredes abandonadas y pintadas, como interpretó Muharayasuhiro y Robert Geller. Pero la mejor presentación fue por lejos la colección completa de Cristopher Kane, con una mezcla de colores que vale la pena revisar, sobre todo porque usó la tendencia de los fluor de una manera que no era para nada obvia.
Pero bueno, esto del grafiti, los murales y las manchas no es nada nuevo. Hermés ya había llamado a Kongo, un reconocido graffitero, para intervenir una vitrina en Barcelona y lanzar en conjunto una línea de pañuelos con sus diseños fusionados con la marca. Las manchas de aerosol y pintura que Libertine presentó en sus trajes era tan similar a lo que ya años antes había presentado Martin Margiela en zapatillas o Alexander McQueen en sus zapatos. La paleta de colores de Kane era muy similar también al uso de colores que usó Bottega y Veneta en el desfile SS 2012 y la ropa intervenida pareciendo una muralla pintada como lo intentó Moschino, había sido un tremendo aporte de Vivienne Westwood en 1977 con su camisa Anarchy. ¿Volverá el grafiti a ser centro de atención de las colecciones o quedará como un guiño un tanto contestatario a lo revolucionado que están nuestros tiempos, en especial en el mundo de la moda? Habrá que esperar para definirlo.