Las colaboraciones están a la orden del día: Acabamos de saber de Lanvin para H&M, Valentino para Gap y ahora el káiser Lagerfeld para Macy’s. Pareciera ser que las cooperaciones entre marcas constituye una ‘inyección de fashion bótox’; una manera simbiótica de rejuvenecimiento. Un pálido reflejo de esto ocurre en nuestro país, ya que Paris ha optado por unirse a Monjitas a la Moda para “acercar el diseño independiente” a la gente. Pero si está comprobado que el auxilio mutuo es beneficioso para todos, y “las buenas ideas se copian” (como demasiado bien lo saben en el retail), ¿por qué alguna cadena local no se la juega por un diseñador nacional como Paulo Méndez o Carola Muñoz? -Cecilia Bolocco y Valeria Mazza obvio que no cuentan-.
Apuesto que algunos ya olvidaron que Ruben Campos creó en 2006 “Basic Limited” para Marquis de Ripley. La descripción de la noticia de aquel entonces me dejó triste: “dos exclusivas líneas de prendas básicas, una en colores blanco y negro y la otra en tonos beige.” Digámoslo con todas sus letras: Fome. La publicidad de 2008 mostraba al diseñador desenvolviendo un ovillo de lana morada y nada emocionante. ¿Por qué embarcarse en un proyecto de esta envergadura y concebir un resultado tan chileno, tan gris, tan poco atrevido, tan promedio?
“La moda no es un lujo, es un derecho”… ¿Sabían que el mantra de la campaña de Bitten (2007), la línea de la actriz Sarah Jessica Parker para Steve & Barry’s era precisamente “Fashion is not a luxury, it’s a right“?…
Si Falabella puede tener a Kate Moss como el rostro de su campaña, seguro que tiene los medios para involucrarse en un proyecto como el que se menciona. Además esta empresa acaba de traer una colección de Elle derechamente plana y aburrida. ¿Por qué los ejecutivos se molestaron en hacer algo así? ¿Por qué no se atreven con algo más interesante? ¿Acaso todos los consumidores somos percibidos como poco atrevidos en materia de moda?