La ropa usada o de segunda mano, es para muchos de nosotros una de las mejores opciones a la hora de comprar cosas únicas y encontrar tesoros a precios increíblemente económicos, mejor dicho, verdaderas gangas. Pero detrás de estas gigantes empresas que confeccionan, venden en tiendas, luego tiran por la ventana los precios con un súper extra SALE para luego terminar en un cajón a $990, existe un gran negocio que esta sufriendo caídas en los mercados de importación y exportación a nivel mundial: el de las prendas de segunda mano.
Estados Unidos es el principal comprador de ropa usada como mucho podrían suponer. Para que se hagan una mirada global de este tema no menor, existe un reporte del 2016 sobre ropa de segunda mano de solo dos años atrás: los países que más importaron ropa de segunda fueron ; Uganda, Hungría. Ghana, India, Guatemala, Holanda, Túnez, Rusia, Malasia, Pakistán. Los países que exportaron ropa de segunda mano fueron; Italia, Canadá, Bélgica, Polonia, Holanda, China, Corea del Sur, Alemania, Reino unido, y EE.UU.
Las prendas hoy cada vez duran menos, no es nada nuevo, sabemos que si compramos un pantalón en el retail no nos durara más que la temporada en “buenas condiciones” para luego pensar en tirarlas o venderla a las amigas, por esa formula que tenemos de compra, rompe y tira es que las mismas prendas de segunda mano las esperamos encontrar a precios extremadamente baratos por que de lo contrario estarías compitiendo con otros mercados y eso seguiría socavando el sector.
Fee Gilfeather, jefe de la división de marketing de la Oxfam fue categórico
“Cada vez hay más ropa que termina siendo incinerada” Otro dato importante es que entre 10% y 20% de la vestimenta donada termina siendo comercializada en las tiendas de caridad como las de Oxfam.
Muchos de nosotros nos preguntamos ¿Adonde va a parar las millones de toneladas de ropa que ya esta fuera de línea? Un porcentaje es donado, e resto es vendido a expertos en distribución que organizan y clasifican las prendas enviándolas a países como Malasia y Pakistán para venderlas en mercados de segunda mano.
También parte de esta ropa son recicladas para reinsertarla en el mercado pero como lana sintética.
Lo ideal para poder hacer que este consumo sea cíclico sería que podamos convertir toda esta ropa en nuevo material como tejidos, e hilos para producir nuevas colecciones y así, Crandle to Crandle (rediseñando la forma en la que hacemos las cosas) hacemos circular esta rueda que no termina jamás.