En los años ’80, no existía humorista más exitoso e importante en el cine que Eddie Murphy. Alumno notable de Saturday Night Love y aclamado comediante de stand up que recordaba las grocerías picarescas de otro como Richard Pryor, Murphy estaba entonces lejos de su alicaída y familiar carrera actual, llena de puros films hollywoodenses sin gracia alguna. En los ’80, en su peak creativo, decidió lanzar una hilarante película junto a su entonces partner artístico Arsenio Hall y dirigida por John Landis, llamada “Coming to America” (1988), la que aquí se llamó “Un príncipe en Nueva York”.
La historia es muy simple: Murphy interpreta a un príncipe africano que vive en su propia burbuja, una donde hasta lo baña su propio séquito femenino. Su padre decide que ya es hora que se case y le presenta a su futura esposa, una mujer que fue criada toda su vida para obedecer al rey. Akeem (Murphy) decide que quiere vivir por sí mismo el amor y se marcha a un lugar al azar junto a su ayudante y amigo Semmi (Hall), llegando a vivir a un barrio pobre de Queens, en Nueva York. Y con las diferencias entre ambos mundos y el deseo de Akeem por parecer “normal”, todas las situaciones van desarrollándose con mucha gracia.
Aquí es donde nos topamos con la estética más inolvidable de la película: además de los momentos “Soul Glo”, también vimos al grupo “Chocolate Sexual” cantar en la iglesia, junto a los cambios de look de los protagonistas y por supuesto, la moda femenina con Lisa y su hermana, las hijas del Señor McDowell, dueño del restaurant donde trabaja la dupla en su nueva vida y que es igualito a McDonalds. Además, no olvidemos la propia estética glamorosa ultra exagerada de la Familia Real, que incluye sus propias acompañantes tira pétalos en cada paso que da el Rey, interpretado por el legendario James Earl Jones. Y por si fuera poco, Beyoncé se disfrazó al estilo de la película junto a Jay-Z alguna vez.
Fotos: IMDB, Bitch Flicks, Diario Online.com.br, DailyMail.