El racismo es uno de los problemas más comunes en la historia de la cultura norteamericana, y también mundial. Pero cuando va ligado al cine, innumerables historias se encuentran rodeando a los mitos que lideraron la escena. Desde Dorothy Dandridge hasta Josephine Baker, todas pasaron penas y glorias y aun así pudieron emerger como leyendas del cine y el espectáculo, y ese es el caso de la actriz asiático-americana Anna May Wong.
En medio de la era flapper y la época dorada del vestuario en la gran pantalla –gracias al trabajo de Travis Banton, por ejemplo–, Wong se convirtió poco a poco en la única actriz asiática en consagrarse a través de Hollywood, pese a que eso significó lidiar en gran parte con estereotipos, o ser reemplazada en algunas ocasiones por actrices caucásicas maquilladas como asiáticas. Pero en cintas como “Piccadilly” (1929), la actriz apareció como una estrella que justamente busca ser famosa en un club, a pesar de los problemas de la época. Y por roles como éste, China la consideró “una desgracia”, ya que trabajó en el mundo occidental.
Otros roles memorables de Wong la tienen en “Shanghai Express” (1932), película donde fue dirigida por el famoso Josef von Sternberg y actuó junto a Marlene Dietrich. Una de las barreras que tuvo Wong para convertirse en la protagonista de historias, fue la ley que prohibía mostrar en pantalla amores interraciales, lo cual reducía considerablemente la versatilidad de sus roles. Pero su elegancia, fuerza y estampa la llevaron a consagrar su imagen como icónica, una que además vistió trajes especialmente confeccionados para ella por el mismo Travis Banton, quien creó atuendos como el de 1934 de dragón dorado, uno de los vestidos más famosos de la historia.
Fotos: Film Noir Girrl, Irene is Mean, Katia Lexx, Polly Talk from New York.