Hay quienes ven la moda como una expresión cultural, un sistema complejo que involucra aspectos de una índole variada como la estética, la economía, la sociología, etcétera. Están ellos y los que creen que moda es sinónimo de frivolidad, de brillo y glamour vacío.
“Un vestido nuevo no te lleva a ninguna parte, lo que importa es la vida que vives en él”, dijo en algún momento la legendaria Diana Vreeland, la más famosa editora de Harper’s Bazaar de todos los tiempos. Y con esa frase parece comulgar Ana Torrejón, una mujer de trato amable, con un corte de pelo garçon muy característico y labios siempre rojos; una intelectual de la moda y una periodista con mucha experiencia en el área editorial. Primero fue la revista Claudia, luego Elle, donde trabajó por 14 años, y hoy Harper’s Bazaar Argentina. En cada una de ellas, ha dejado su sello, su experiencia y concepciones sobre la moda, ideas que la han convertido en una de las voces latinoamericanas más respetadas y con más autoridad en el asunto. En esta entrevista, analiza la situación de los medios de comunicación y el momento que vive la moda trasandina y continental. Es Ana Torrejón, la primera dama de la moda argentina.
Durante tu carrera, te has encargado de desmitificar a la moda como algo frívolo y banal. Cuéntanos cómo es tu concepto de la moda, cómo se formó y qué significa para ti el comunicar moda.
Suscribo a un concepto de moda ligado a un lenguaje colectivo que no conoce de clasismos ni de preponderantes estéticos como las categorías convencionales del gusto. El vestir es la expresión colectiva de las personas que referencia al tiempo en el que viven, a las actividades que desarrollan, los sueños que los sustentan y sus ejercicios vitales. A partir de ese lenguaje podemos ahondar e ir haciendo interpretaciones, encontrar territorios específicos, mensajes elocuentes. Los periodistas vamos al territorio en búsqueda de noticias y eso es lo que contamos en todos los soportes disponibles, audiovisuales, impresos y también digitales.
En tu larga carrera editorial, ¿cómo has visto que los medios dedicados a moda han variado, considerando la inclusión de plataformas digitales y demases?
La comunicación vive décadas intensas. Allí en el 93, nacían los primeros conceptos de lo que era un blog y vaya sí se ha modificado todo. Los medios impresos no van a desaparecer, serán más específicos, más de nicho, se corresponderán con el afán fetichista de la tangibilidad. Los medios digitales también van a buscar una oportunidad que los categorice. Hoy nadie piensa que un blog es un diario y los exitosos son plataformas para hacer negocios, por lo tanto, se legislarán, serán menos volátiles, operarán horizontal y verticalmente si sus mentores son reconocidos como figuras emblemáticas, capaces de convalidar expresiones de moda.
¿Cuál es el rol que, a tu juicio, juegan los medios de comunicación en el fashion system?
Los medios de comunicación somos curadores y en nuestros marcos formales emitimos un discurso escrito, oral, impreso, acerca de nuestra visión de las tendencias, corrientes y noticias que genera el sistema. La relación es de permanente imbricación y retroalimentación. Cada medio tiene su propia estética e ideología y obra en consecuencia.
¿Cómo ha sido dirigir la versión local de una revista tan prestigiosa y longeva como Harper’s Bazaar?
Un excelente desafío. Es la tercera revista que dirijo y en todas parto de la misma premisa, ir al hueso de la cuestión, investigar la estética y la filosofía fundacional, encontrar puntos en común y buscar afanosamente que esa publicación vaya dirigida a los gustos y a las necesidades de los lectores y lectoras locales.
¿Cuáles son esas necesidades y gustos del mercado argentino y cómo se relacionan con la filosofía Bazaar?
Bazaar tiene varias premisas. Una de ellas es la moda inteligente Consideramos que es muy importante tener una publicación que pueda armar un corpus dinámico, pero a la vez teórico sobre las expresiones indumentarias en la Argentina, un medio de nicho que opere temáticamente y que no existía en el país. Registramos los fenómenos y los hacemos de acuerdo a nuestra visión de estilo y para mujeres que son fabulosas a toda edad, sin prejuicios y sin culpas. La recepción de la publicación a lo largo de estos 18 meses nos demuestra que había necesidad de Bazaar.
De hecho, si uno ve Harper’s Bazaar Argentina se da cuenta de que es una revista transversal en cuanto a la edad de la mujer a la que va dirigida. ¿Cuál es la idea detrás de esa inclusividad etaria, que no es común de observar en otras revistas de moda?
En Bazaar hay dos lemas que han resultado de gran inspiración: Moda Inteligente y Mujeres Fabulosas a toda edad. A ellas nos remitimos, a esas mujeres que piensan, que tienen sus propias ideas y que eligen, y que pueden tener desde 20 años en adelante.
¿Cómo se concilia el tipo de periodismo de moda profundo y analítico que tú haces con este cariz más comercial que debe, de alguna u otra manera, tener una revista de moda?
Los dos postulados conviven perfectamente. Los buenos anunciantes saben que una buena revista es aquella que cura, que ejerce un principio de selección y toma de lo comercial lo mejor. Nosotros buscamos noticias y sobre ellas trabajamos con total independencia. No hay que olvidarse que un medio de comunicación es para sus lectores.
En algún momento la moda argentina fue un semillero de nuevos talentos que proliferaban frecuentemente. Hoy, el movimiento de nombres emergentes no es tan frenético. ¿A qué le atribuyes ese fenómeno? ¿Cómo está la moda argentina del presente?
La verdad es que no estoy de acuerdo. Mi experiencia como periodista y como docente me indica que siguen habiendo muchos jóvenes muy talentosos y muy bien formados. Estimo que es falta de información. A las pruebas me remito con Artemis, Maia Bergman, Vanesa Krongold, Marcelo Giaccobe, Proyecto Cuadrilla, Pablo Bernard, Emilse Benítez, Bandoleiro… Todos presentes en Bazaar, junto con los nombres de los años 80 y 90. Y también digo que hoy en la moda argentina, en las etiquetas y en las etiquetas de autor, casi todos los referentes de los proyectos son diseñadores graduados por lo que es bueno el panorama.
¿Crees que el auge de Brasil y Colombia en el área han restado un poco de atención al diseño argentino?
El diseño argentino y la moda argentina están en permanente proceso, con antiguos y nuevos actores, de acuerdo a sus propios paradigmas de consumo y sus alternativas de mercado. Para Argentina, lo mejor que puede pasar es que la región tenga una presencia fuerte y desarrolle moda con identidad. Creo que Colombia, Brasil, Uruguay, Chile empujan en sentido favorable a la región en pos de lograr visibilidad en otros mercados, con una estrategia de conjunto.
¿Cómo podemos los latinoamericanos tomar ventaja de esta crisis europea, ahora que los ojos del mundo se posan en nosotros por nuestro buen desempeño económico, para mostrar y posicionar nuestra creatividad, nuestros diseñadores?
Los latinoamericanos tenemos que asentarnos en nuestras bases y tenemos que saber comunicar. Solo así, con identidad vamos a tener logros que no se volatilicen al instante. Ah, y tenemos que reconocernos entre nosotros, creo que es penoso buscar siempre ser destacados en Estados Unidos o en Europa, la ventaja está acá y es en la proximidad de nuestra región.
¿Qué opinión te merece el mercado chileno de la moda?
Ansío volver a Chile y mirar in situ el fenómeno. No sería honesta si opino de algo que hace dos años no visito ni reviso.
El gobierno de Cristina Fernández apuesta por un sistema económico de fomento a la producción local. ¿Tiene eso alguna correspondencia en la moda? ¿Se han creado programas gubernamentales orientados a incentivar y promocionar a las nuevas generaciones de diseñadores?
Existen varias plataformas tendientes a apoyar la producción nacional. Lo concreto es que si las importaciones están reguladas y la política es más proteccionista, el mercado interno se abastece de modo local y eso genera oportunidades.
¿Cómo la política de igualación de importaciones y exportaciones del gobierno argentino puede influir en el mercado de la moda? ¿Puede, de alguna forma, la salida de marcas internacionales incentivar la creación de un lujo made in Argentina?
La ley del lujo tiene que ver con el deseo, el deseo siempre existe mientras estamos vivos, si no hay algo entonces voy a buscar satisfacerlo. Seguramente, aparecerán nuevas expresiones, manufacturas y también he de decir que hay etiquetas que siguen en el país, y otras que han tenido un cierre temporario que regresarán.
¿Puede este fenómeno de migración de las marcas de lujo, herir de algún modo el mercado editorial?
Lamento mucho la partida de etiquetas internacionales por el valor simbólico que tienen y por lo que significan en políticas de comunicación, pero los medios seguiremos existiendo y seguiremos hablando de moda.
Fotos y portadas gentileza de Harper’s Bazaar Argentina.