Las Olimpiadas y los eventos deportivos de invierno introdujeron en nuestros televisores una de las disciplinas más famosas por sus llamativos movimientos, precisión y trajes: el patinaje sobre hielo. Con la película de Margot Robbie “I, Tonya”, vemos el regreso de esas clásicas imágenes junto a una polémica historia, pero los brillos, plumas y colores de esos trajes llegan gracias a vestuaristas especializados en confeccionarlos.
“Todos te ven y debes lucir como en el mejor momento de tu vida”, diría el patinador Johnny Weir en una entrevista a Cosmopolitan. Lo cierto es que cada traje lleva un estilo determinado por los movimientos y música escogida, debe hacer sobresalir como nunca al patinador y por ello, “llamativo” es lo primero que se nos viene a la cabeza al mirarlos. Hacerlos significa invertir entre U$1,000 y U$5,000 dólares por pieza y por ello, vemos en la historia que narra la película de Tonya Harding a la propia patinadora coser sus trajes y diseñarlos, ya que su presupuesto era mucho más acotado que el resto.
La famosa diseñadora Vera Wang ha vestido a figuras de la disciplina como Nancy Kerrigan, la misma envuelta en el escándalo que muestra la película. Roberto Cavalli es otro de los nombres famosos que ha donado su estilo al hielo, pero hay nombres dedicados completamente a este arte: Jan Longmire y Jef Billings son algunos de los nombres dedicados a vestir a patinadores, los mismos que combinan lycra, lentejuelas y otros materiales flexibles para dar comodidad y estilo propio a quienes muestran sus rutinas ante todo el mundo.
Fotos: Zimbio.