La gala anual del MET ha tenido temas para todos los gustos año tras año, pero esta vez uno de los más atípicos y a la vez influyentes tuvo lugar en Nueva York: el Punk. Considerada como una corriente de la contracultura de fines de los ’70, el punk sería quizás el tema menos acorde a una fiesta donde celebridades y personas adineradas se reúnen a elogiarse entre ellos, pero así lo quiso el Museo Metropolitano de esa ciudad, y los resultados fueron los siguientes.
Para la ocasión, se esperaba la división de los asistentes en dos grupos: quienes tratarían de lucir punk con referencias claramente estéticas, y quienes se preocuparían de lucir los trajes más elegantes de los diseñadores del momento. Dentro del primer grupo, destacó con amplia mayoría Sarah Jessica Parker; demostró que el punk puede mezclarse con alta costura, elegancia y originalidad hasta decir basta. Llevó una pieza de Phillip Treacy en forma de mohicano, con traje de Giles Deacon y botas en tartán. Por otro lado, la modelo Anja Rubik se inspiró en Debbie Harry con un look de cuero rojizo de Anthony Vaccarello, Madonna en un look rebelde de melena negra mientras las reales punk que pasaron por la alfombra fueron Vivienne Westwood, Zandra Rhodes y Blondie, con la mismísima Deborah Harry.
Anne Hathaway sorprendió con pelo rubio y un traje de archivo de Valentino; Miley Cyrus también se coronó como una de las más populares con su traje de Marc Jacobs largo, aunque la mayoría se basó en agregar alfileres de gancho y falsos mohicanos a su look. Como en toda gala, algunas perdieron el horizonte: Heidi Klum se puso un Marchesa, Nicki Minaj se vistió con traje ajustado abierto y Katy Perry se enfundó de reina gracias a Dolce & Gabbana. Pero fue Beyoncé la que, al igual que años anteriores, llegó de un largo Givenchy rococó que dejó en claro que lo suyo no es el punk.