No existe otra actriz o mujer famosa que sea tan icónica como Audrey Hepburn. A pesar que su look no encajaba con las bombas sexies de una época en que las curvas estaban de moda (fines de los ’50), su fragilidad y belleza clásica supo mantenerla en el tope de la elegancia, la que fluía en la pantalla grande mientras lentamente se instalaba en la cultura pop. Y gracias a sus roles y amistades en la industria de la moda, Audrey siempre iba a la vanguardia, sin despertar el sensacionalismo o valerse de escándalos para ello.