Colaboración desde Italia por Camila Montoya
En plena tarde otoñal italiana, el interior del Teatro Metropol apagó sus luces para dar inicio a una de las pasarelas más esperados de la Semana de la Moda de Milán. Se trata del desfile Primavera-Verano 2015 de Domenico Dolce y Estefano Gabbana, quienes ocuparon el escenario de este antiguo teatro para presentar una pasarela inspirada en expresiones y raíces culturales propias de España, como la figura del torero, el baile flamenco y los símbolos católicos. Aquí la reseña de nuestra colaboradora en Milán, Camila Montoya, quien pudo presenciar la pasarela en persona y posteriormente visitar el showroom de los diseñadores italianos.
Antes de ir directo a la reseña del desfile de Dolce & Gabbana para la temporada Primavera-Verano 2015, me gustaría mencionar que, el hecho de haber tenido la oportunidad de presenciar una puesta en escena de tal magnitud, como lo es el Fashion Week de Milán, y posteriormente ver y tocar las prendas con mis propias manos, enriqueció profundamente mi percepción y sensibilidad al momento de escribir este articulo. Esta experiencia que trasciende lo meramente descriptivo, es la que quisiera compartir a continuación con ustedes.
Segundos antes de empezar el desfile, las luces se apagan y la escenografía cubierta de rojo carmín se desvanece al interior del Teatro Metropol, pasando a segundo plano ante la aparición de la primera modelo en pasarela. Acompañados de una melodía de Pasodoble (o música torera), los primeros looks —cargados de elegancia— se materializan mediante un delicado y complejo trabajo de pedrería, en donde la figura del Sagrado Corazón fue el protagonista por excelencia.
Lo interesante es que sensualidad de las siluetas —caracterizadas por dejar las piernas al descubierto mediante el uso faldas con flecos y shorts a la cintura— lograron un equilibrio perfecto al combinarse con prendas superiores de toque discreto.
Al ser una colección inspirada en la influencia española, específicamente en la ciudad de Sicilia, es importante recalcar el protagonismo del bolero, el cual fue sutilmente reintepretado en prendas como ponchos, blazers y chaquetas, dando personalidad y fuerza a cada look.
Transcurridos unos minutos, la reminiscencia flamenca adquiere una nueva faceta algo más extravagante, desplazando por momentos el estilo sofisticado anterior: Bordados de flores y arabescos, junto con estampados de lunares particularmente grandes, cubrieron grandes extensiones de tela transformadas en faldas y vestidos largos y voluminosos. Los volantes, a su vez, brindaron siluetas orgánicas y movimiento, dando un aire lúdico a la colección; mientras que los encajes, en su mayoría negros, hicieron el trabajo de otorgar una versión de sensualidad más refinada. A mi parecer, el hecho de no combinar ambos recursos en un mismo look, hizo que cada tenida adquiriera una versatilidad especial para ser usada en diferentes ocasiones.
Me gustaría terminar con una mención especial al calzado y accesorios —los que solo pude reparar al día siguiente, en el showroom de la firma—, ya que sin duda lograron sintetizar el espíritu elegante, sensual y romántico de la colección en un solo objeto, lo que facilita a quien las porte, transformar una tenida sencilla y asequible, en un look totalmente innovador e interesante.
Imágenes Camila Montoya (shoroom) y fashionising.com (pasarela).