Tener poleras que cambien de color según la necesidad del usuario, de temperatura según el clima y termostato corporal o que puedan repeler el agua y la suciedad, es una posibilidad real y muy cercana. Gracias a los avances alcanzados a través de la nanotecnología textil, nos encontramos frente a una posible nueva era del diseño y la sustentabilidad.
Artículo extraído de la primera edición de Reviste la Calle.
El concepto nano viene del griego y alude a una medida que se caracteriza por ser una escala mínima de la materia: nanométrica (millonésima parte del milímetro). La nanotecnología es una ciencia que se dedica a la observación, control y manipulación de una escala a nivel de nanomateriales, es decir, átomos y moléculas. Lo que busca es llegar a lo más mínimo de la materia. Mientras las moléculas son determinantes del proceso de la vida, los átomos son las unidades mínimas con lo que está hecho todo lo que vemos. Por lo tanto, si se entiende el átomo se entiende el universo. Y la búsqueda de esta área de la ciencia es conseguir controlar, a través de este conocimiento, a la naturaleza.
La nanotecnología ha logrado minimizar el tamaño de diversos objetos, como los teléfonos, y también ha entregado soluciones vanguardistas y más eficientes para los problemas ambientales. Es así, como al comparar las máquinas, computadoras, autos, lavadoras y otros artefactos de funcionalidad pública que existían hace medio siglo, nos podemos dar cuenta de cómo se han achicado. De hecho, la nanotecnología ha logrado crear nanomáquinas del tamaño de las células capaces de viajar por los vasos sanguíneos para reparar, y también fibras microscópicas, con las que se pueda crear ropa de protección, con capacidades especiales de auto-limpieza, resistencia al fuego y protección contra la luz ultravioleta. Este último punto ha generado una revolución en la industria de la moda. Actualmente hay una enorme cantidad de investigación y desarrollo que se está llevando a cabo en todo el mundo para diseñar y crear la próxima generación de productos textiles. La oportunidad es grande. Según Venture Development Corporation (VDC) el consumo en el mercado de textiles inteligentes e interactivos vale hoy alrededor de $720 millones de dólares.
Nanotecnología + moda + textiles
La relación de la nanotecnología con el vestuario siempre ha sido estrecha. Por ejemplo, ante la necesidad de los soldados de guerra de protegerse contra las infecciones, se inició una investigación con un presupuesto de $20 millones de dólares para inventar ropa interior que pudiera durar semanas sin ser cambiada ni lavada, trajes resistentes a la lluvia y a las bacterias. En el deporte, también ha sido necesaria la aplicación de esta ciencia: Michael Phelps, considerado el mejor nadador de la historia, utiliza trajes que incluyen una capa de plasma que repele las moléculas de agua y le permite deslizarse con la mayor fluidez posible.
Los resultados más recientes de la unión vestuario/nanotecnología van hacia la prevención de enfermedades. Hay desarrollo de materiales que predicen el alza de presión (como los trajes espaciales que vigilan los signos vitales de los astronautas), detectan la sangre (perciben la albúmina, una proteína que se encuentra en ella) o informan si el usuario fue herido (su teléfono móvil integrado con las fibras textiles da una alerta). Están pensados para mejorar nuestra calidad de vida, desarrollando, también, técnicas capaces de filtrar impurezas del aire, del agua e integrando materiales que nos protejan de los rayos UV.
La incorporación de esta tecnología al mundo de la moda la hizo, entre otros, Hussein Chalayan en el año 2007, con su presentación que debió llamarse “El vestido tiene vida”, porque mostró trajes que tenían sensores para replegar sus extremos superiores e inferiores y pasar de ser blusas con cuello y mangas, a blusas sin cuello y sin mangas, faldas largas y con volumen, a faldas por sobre la rodilla. El año 2008, Chayalan presentó una colección registrada por Show Studio en donde todas las piezas tenían y proyectaban luz. Dockers, la marca por antonomasia del adulto joven laboral, lanzó ese mismo año una línea de pantalones Premium capaces de repeler todo tipo manchas producidas por algún tipo de líquido.
En esa misma línea, en España, un elemento que está siendo utilizado con mucha frecuencia son las corbatas que repelen el agua y también todo tipo de microsistemas que puedan manchar, ensuciar o estropear el producto. Así esta inteligencia textil permite no desperdiciar agua, ni contaminar con el uso de detergentes, además de entregar una vida útil mucho más extensa que los productos creados con textiles tradicionales. También existe la posibilidad de comprar el mismo spray para aplicarlo a las prendas que se desee: una de las marcas más conocidas es Zeibe textiles protector.
Uno de los últimos hitos más relevantes en cuanto a moda y nanotecnología, y que ha marcado un quiebre por sus diseños completamente urbanos, es la iniciativa liderada por Olivia Ong, estudiante de la Universidad de Cornell, que se unió a los científicos de la misma universidad, Juan Hinestroza y Hong Dong, para realizar una colaboración en pos de la ropa funcional. En conjunto crearon dos prendas de vestir: la primera puede prevenir los resfriados y la gripe y no necesita lavado, y la segunda destruye los gases dañinos y protege al usuario frente a la contaminación del smog y del aire. El único problema es que cada pieza tiene un costo superior a los $10 mil dólares.
Dentro del desarrollo nanotextil, los principales avances son la impermeabilidad en piezas de vestuario con una increíble resistencia al agua generada por una capa de nanofilamentos de silicona; la resistencia a las manchas, a través de la tecnología del plasma y mediante un proceso absolutamente ecológico; la protección contra rayos ultravioleta; el cambio de color en telas con nanohilos unidos a un kit de pilas o baterías. Además podemos encontrar nanotextiles que protegen del frío, tienen propiedades microbicidas, antihongos, antifuego y que generan energía por medio de fibras del porte de las cerdas de un cepillo y el movimiento del usuario. Entre estos últimos productos, el que ha tenido mayor popularidad recientemente es el bikini solar diseñado por Andrew Schneider. Éste produce cinco voltios de potencia, los que, mediante el conector de USB adjunto, pueden recargar equipos como el IPod.
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