La historia de los jeans y su aparición en la escena social, se remonta al siglo XV en Génova, Italia, cuándo ésta figuraba como una república independiente. La confección de esta prenda, fue pensada en la comodidad de los hombres pertenecientes a la armada genovesa. Éstos necesitaban un pantalón de todo uso, que se remangara fácilmente y que además pudiese ser utilizado tanto seco como mojado. Además se encargaron de brindar a la prenda su característico color azul índigo, con tinturas provenientes de India.
El tiempo avanza y es en 1872 que esta prenda adopta sus rasgos más característicos y emblemáticos. Levi Strauss, quien por ese entonces era tan solo un comerciante, buscaba la forma de crear un pantalón que fuera resistente y decidió utilizar las lonas ocupadas en la creación de tiendas de campaña. Sumada las aportaciones hechas por Jacob Davis, quién cansado de comprar telas para remendar los pantalones rotos, pensó en reforzarlos con remaches de cobre en puntos especiales de tensión, como los extremos de los bolsillos. Davis, al no tener dinero para patentar su idea, considera asociarse con Levi Strauss. Así, el 20 de mayo de 1873 reciben la patente y la marca.
La utilización de esta prenda en el siglo XIX, merodeaba por granjas, minas o por cualquier escenario laboral agreste, ya que debido a su capacidad de resistencia y durabilidad se empleaba como prenda de trabajo. En la década de los 50’ comienza su desplazamiento y su uso por nuevas generaciones, quienes veían en los jeans una forma de expresar su rebeldía, aunque el uso de vaqueros era prohibido tanto en cines como en restaurante. Sólo con la llegada de los 60’ logra mayor aceptación y en los 70’ es consagrada como una prenda infaltable.
Han transcurrido más de 100 años de la existencia de ésta prenda, ha variado en diseño, forma y color, representando hasta hoy, una de las prendas más queridas y utilizadas tanto por hombres como mujeres. Así, de manera inesperada y experimental nace una prenda siempre presente.