La música de los ’80 y el encanto de las diferentes subculturas que se desarrollaron en la década, siempre se apoyó en una marcada estética que tiene mucho de original. A fines de los ’70, el glam arrasó junto al punk y los new romantics, estilos que muchas veces se unieron para el impacto visual más grande y duradero de todos. Dentro de este camino, el cantante alemán Klaus Nomi no solo tenía un look distintivo y un maquillaje ad hoc a ello; además, era capaz de interpretar canciones bajo notas de tenor y también, como todo un soprano.
Hijo directo del estilo Bowie, Nomi realizaba particulares presentaciones en discotheques de Alemania donde las óperas eran lo suyo, antes de consolidarse como un artista único y altamente imitado en el new wave de Nueva York. Su séquito incluía artistas como Keith Haring, Jean Michael Basquiar, Joey Arias y John Sex. Pronto conoció al mismísimo Duque Blanco, quien lo llevó incluso a la televisión en programas como “Saturday Night Live” en 1979. Al igual que los personajes del inglés, Nomi hacía gala de transformase en un extraterrestre que llegó a la tierra a salvar al mundo, ataviado de un smoking XL y trajes metalizados galácticos.
Casi como un robot estilo kabuki, Nomi se convirtió en toda una leyenda de culto en la música, pese a una corta carrera debido a la amenaza del SIDA. En 1983, Nomi falleció dejando atónito a un Bowie y un mundo que recién escuchaba acerca de la enfermedad, y el alemán fue una de las primeras figuras en sucumbir ante ella. Sin embargo, alcanzó a firmar con el sello RCA y lanzar su primer disco en 1981, el cual fue pobremente apreciado en aquellos años. Pero en una era pre MTV, Nomi logró consolidarse y ser recordado como una original, glamorosa y talentosa figura que hoy consigue influenciar hasta editoriales de revistas y diseñadores.
Fotos: RockPaperPhoto, Open Culture, Taringa, Go Pix Pic, The Drone.