Fotos: Daniel Hermosilla.
Una nueva sala, con un estilo mucho más iluminado y cercano a los shows internacionales, fue lo que vimos el sábado pasado en Pasarela Valparaíso 2018. En esta edición se auguraba una gran mezcla de talento y también diseñadores consolidados en lo que vimos a través de tres bloques distintos, todo en el Parque Cultural Ex-Cárcel y bajo la organización de DUOC UC y su carrera de Diseño de Vestuario.
Con un recibimiento a prensa que se agradece de sobremanera -primera fila para asegurar la revisión correcta de colecciones y la inmediata publicación en redes sociales-, Pasarela Valparaíso cada vez sorprende más si hablamos de organización y también diseñadores; porque fue en esta instancia donde, por ejemplo, vimos al talento revelación este año: Ingrato. El diseñador Sebastián Plaza, quien además es tejedor, supo equilibrar de manera original las ganas de plasmar rebeldía y el respeto por una tradición bajo un equilibrio que se vio fresco, que impacto con su show pero además tenía consistencia y eso es muchas veces el principal desafío de aquellos apasionados y debutantes diseñadores que aun estudian.
Por otra parte, Sr. González tuvo por segunda vez consecutiva la mejor colección del evento. Es Zenital, en colaboración con Epson, la que nos mostró paisajes porteños desde arriba combinados con estilos avant garde que nos recuerda momentos de Comme des Garçones, Junya Watanabe y Rick Owens. Con Cote Miller abriendo el espectáculo -en un homenaje a Leigh Bowery-, Sr. González siguió su estilo mezclándolo con toques queer. Claudio Paredes y Rodolfo Vera le siguieron de cerca; Paredes mezcló el estilo zentai, club kids y futurismo con una entretenida propuesta, que culminó con dos novias gemelas que iban de la mano, un toque The Shining y al mismo tiempo, en concordancia con las temáticas actuales no gender.
Con Rodolfo Vera, el estilo que vimos era perfecto para los tocados de Juan Daltónico; una cruza entre alta costura, transparencias, bordados y detalles que transforman las propuestas en un carnaval dorado. Vera cuenta que esta colección fue producto de un proceso personal donde desde la oscuridad llegó a la luz y por eso comenzó con trajes negros y terminó en llamativos trajes dorados, en una pasada que tenía tintes en cuanto al estilo de algunas colecciones Dior bajo Maria Grazia Chiuri.
Quizás algunos puntos discutibles es la inclusión de colecciones demasiado comunes o de bajo impacto como para mostrarlas en pasarela -ejemplo, parkas y trajes de trabajadores-, donde a pesar de ello es innegable el trabajo colaborativo entre marcas y la dedicación de los estudiantes; pero este dispar efecto a veces adormece a los espectadores. El estilo de los diseños emergentes también tiene muchas diferencias de calidad aunque aquí siempre algo nuevo destaca y atrae nuestras atención y que confirma que los diseñadores en Chile están atreviéndose cada vez más, pero hay que poner ojo también a los detalles, calce y terminaciones.