Hacia fines de los años ’90, gracias a las conexiones imperdibles de su padre, Sofia Coppola se embarcaba en una aventura parisina como pasante en el taller de Karl Lagerfeld en Chanel. Esta oportunidad única le abriría las puertas de la moda como a nadie, invitándola a revisar de cerca el proceso de colecciones, organizar shows y además ser modelo, algo que la llevó a ejercer de alguna manera este oficio en contadas ocasiones.
Poco antes de aparecer en “El Padrino III”, Sofia ya tenía experiencia en el cine -fue actriz de Frankenweenie de Tim Burton en los ’80-, pero la moda sería su área de experticia. A los 20 comenzó a aparecer en eventos glamorosos en Nueva York y otros lugares y a los 23 caminaba sobre la pasarela de Donna Karan mientras su papá Francis Ford Coppola la veía en primera fila, sentado junto a Diane Von Furstenberg. Sofia llegó a aparecer en la publicidad de la marca en 1993 junto a Donovan Leitch, otro hijo de famoso convertido en modelo. Con él volvería a protagonizar la campaña de H&M en blanco y negro, tonalidad favorita de la hoy directora de cine.
Sofia y el boom de la it girl la llevaron a consolidarse como figura de la escena de los años ’90. Allí aparece en fotos haciendo gala de su admirado estilo, paseando de la mano de Keanu Reeves o siendo fotografiada por Steven Meisel para Vogue Italia. Sofia sería también la gestora de una marca de ropa urbana femenina llamada Milk, la que fundó en 1997. La colección incluía camisetas para chicas skaters y más, la que modelaría en varias imágenes. Hasta fue una de las que llevó las prendas de X-Girl, la empresa de moda de Kim Gordon de Sonic Youth. Pero después de su primera película, ya no hubo vuelta atrás y aunque las revistas la tienen a veces en entrevistas, su época de modelo difícilmente volverá.
Fotos: Zimbio, TheFashionSpot.