Me ha tocado ir harto a Buenos Aires y la última vez tuve la suerte de viajar invitada por la marca de zapatos y marroquinería Prüne, a propósito de su llegada a Chile. Fue un viaje súper aportador. Les cuento.
El primer día, fuimos a visitar la fábrica, y pude comprobar que, por más grande que sea esta marca –que además de tener unos 60 locales en Argentina exporta a varios países–, su proceso de producción es bastante artesanal. Había más personas que máquinas, claramente. Me impresiónó todo lo que se puede hacer con un cuero de vaca; hasta los pelos de otro animal se pueden hacer. La jefa del dpto de diseño, cuyo nombre no recuerdo, habló sobre cómo la piel de los animales es igual a la nuestra, y por lo tanto tiene estrías, celulitis, lunares y todo tipo de imperfecciones, por lo que no corresponde alegar al comprar cuando una cartera de cuero auténtico no es ciento por ciento lisa. Algo que sabía, claro, pero que no está demás recordar.
Al día siguiente fuimos al evento de lanzamiento de la colección primavera verano. Fue genial. No había ningún desfile, como es tan típico en Chile. En vez de eso, habían convertido a la parte de atrás de la tienda en una verdadera selva. Se entraba por turno, para pasar por un túnel de árboles muy selvático –a tono con las fotos de la campaña, que aquí muestro– del que aparecían piernas de modelos mostrando zapatos, otros zapatos colgando de unas mariposas de madera, carteras y chaquetas entre las ramas. Al fondo, una bailarina colgante camuflada. La verdad es que era un espectáculo bello y una lección para la gnete que hace eventos en Chile, donde reina el predecible power point.