El arte japonés se ha extendido a través de décadas y siglos, conformando grandes colecciones llenas de detalles completamente reconocibles. Dentro de la ilustración, Hashiguchi Goyo se convirtió en un clásico gracias a retratos cotidianos de mujeres que manifestaban su propia feminidad a través de la rutina: desde peinarse el cabello como muestra su icónico Kamisuki de 1920.
Goyo era hijo de un samurai en una época donde las tradiciones culturales de su país comenzaban a mimetizarse con las tradiciones occidentales a las que Japón ya estaba abierto; era fines del siglo XIX. Goyo estudió Arte Occidental en la Universidad de Tokio de donde se graduó en 1905. Aquí es donde se produce el primer hito: pese a que Goyo nació en una época moderna, estudiando estilos que nada tenían que ver con su país, eventualmente se transformó en un cronista visual de la tradición japonesa en dibujos e historias, todas relacionadas con figuras de mujeres.
Entre 1918 y 1921, Goyo produjo cerca de 14 pósters impresos con sus dibujos, los cuales conforman su único legado. Pese a lo acotado del mismo, las imágenes de Goyo siguen dando vueltas el mundo e influenciando el estilo de varios, especialmente aquellos dedicados a promocionar la belleza. Goyo falleció en 1921 a los 40 años y en 1923, un gran terremoto destruyó algunas piezas extra que componían su trabajo. Durante los años ’70 emergió un culto a sus ilustraciones y gracias a él, hoy podemos conocer más sobre las imágenes que ideó varias décadas atrás.
Fotos: Goyo.