La semana de la moda de París es sin lugar a dudas EL evento que todos los entendidos en la materia esperan pacientemente. Aunque el resto de las capitales de la moda ofrecen sus propias versiones con diseñadores locales ampliamente reconocidos, llegar a exponer el vestuario en París de alguna manera, significa consagración e integración a una elite única en el mundo. Para este segundo repaso, marcas consagradas y otras que debutan bajo el alero de nuevos creativos se unen para inspirarnos.
Demna Gvasalia en Balenciaga sigue intentando construir una nueva silueta con chaquetas cuadradas y hombros anchos, intercalando con sorpresivos conjuntos metalizados y que chocan en color, tal como la estética new wave. La frescura cool de Celine sigue confirmando la importancia de su lugar en la moda actual, imponiendo un glamour único y relajado con sus looks. La experimentación de Comme des Garçons sigue intentando mostrar algo voluminoso y especial, muy alejado de la idea comercial de la industria, algo que Junya Watanabe también explora pero esta vez con texturas punk en sentido origami.
Una de las pasarelas que sin lugar a dudas demostró que las marcas pueden reinventarse, fue Elie Saab. El libanés dejó de lado sus largos trajes brillantes de alfombra roja para incluir estampados estelares, al son de la Mujer Maravilla en clave de gala, todo mucho más entretenido que en anteriores oportunidades. Emanuel Ungaro tiene a Fausto Puglisi al mando, combinando una estética quirky y femenina con el pasado. Manish Arora apeló a la subcultura brony al igual que Marc Jacobs, invitando incluso a Pandemonia Panacea a desfilar. Givenchy, Paco Rabanne, Mugler, Nina Ricci y Haider Ackermann combinaron brillos, púrpuras y metalizados, conquistando a su manera a los editores de moda.
Fotos: Runway.
