Hemos llegado a ese confuso momento de media estación cuando un abrigo parece ser demasiado y un par de sandalias parecen insuficientes, pero la industria de la moda dejó hace tiempo de generar vestuario y tendencias solo para los dos grandes cambios de estación –Otoño/Invierno y Primavera/Verano–, dando paso a cientos de combinaciones y prendas que nos pueden acompañar cuando el clima no es aún ni tan frío ni tan cálido. Ahí es donde aparecen en gloria y majestad nuestras aliadas pantys, que desde años memorables han acompañado el vestir femenino y que poco a poco han sabido alcanzar un lugar más estético y particular que el de solo cumplir un rol de utilidad.
Si viajamos hacia atrás, en la historia nos encontraremos con el origen de las pantys en la época de germanos y romanos en su versión “medias”, para luego adoptar su formato actual, pies a cintura, entre el siglo V y el XV. También se dice que Ethel Boone, una mujer embarazada que alegaba contra la incomodidad de tener que utilizar pantys junto al liguero y la faja en los año 50′, decidió coser las tres piezas y transformarlas en una sola. Sin saberlo, Ethel estaba marcando un paradigma que se convertiría en un básico de la moda femenina. Pero no fue hasta los 60 que fueron aceptadas sin prejuicios (antes se les consideraba un capricho). Si bien al comienzo se buscaba simular el color de la piel, con el paso de los años han variado llegando a aparecer en los más variados estilos: con diseños, estampados, teñidas en degradé, caladas, de colores, delgadas y gruesas. Las hay para todos los gustos.
De esta manera, las pantys poco a poco han llegado a sustituir el pantalón para algunas mujeres, quienes ven en ellas un mejor aliado o un estilo mas ad-hoc a lo que las inspira a la hora de vestir. Así, se han instalado como las favoritas de quienes quieren comenzar a disfrutar de un vestido, una falda o un par de shorts sin pasar frío y con un toque de estilo extra.
Imágenes: Tumblr / Pinterest / MarieClaire / LookAndFashion / Tightology
