De bata blanca o traje sastre, apareciendo de manera breve y muy de vez en cuando ante el público y ni siquiera para despedirse al final de cada desfile como en el pasado, cuando se disfrazaba para cada ocasión de acuerdo al concepto de sus colecciones, John Galliano es ahora la antítesis del espectáculo que fue alguna vez, generando cada vez más expectativas para ver lo que ideará en su próximo show. Tal fue lo que ocurrió con su última presentación para la semana de la moda de París Primavera/Verano 2016. Allí, en su cuarta colección para la casa fundada por el belga Martin Margiela en 1988, Galliano demostró que cada vez puede entregar un poco de esa misma esencia extrovertida por la que fue reconocido alguna vez, siempre respetando los parámetros de esta experimental casa.
Geishas eléctricas, casi sumidas en un look new wave de exquisita artesanía es lo que vimos a través del desfile de Maison Margiela S/S 2016. Uno de los puntos más importantes antes de analizar cualquier look, es el de apuntar a que el éxito de la frescura apreciada en cada show de Maison Margiela viene directamente de la mano de la dupla Galliano/Pat McGrath. Considerada un genio del maquillaje, cercana de Meisel y tantos otros artistas y diseñadores consagrados, McGrath aquí no se frena cuando se trata de crear maquillajes espectaculares y sigue la consigna que ella y el diseñador montaron por tantos años en Christian Dior. Colores, pestañas, metalizados y muchos otros detalles resurgen en la fantasía Margiela que preparan ambos cada temporada y que se ha convertido en uno de los puntos más altos de la experiencia, demostrando directamente la importancia del maquillaje y de la colaboración de confianza en la moda.
Junto con esto, Galliano parece cada vez más afirmarse en su propio nuevo rol que es mucho más discreto que cualquier otro que el diseñador haya ostentado en su pasado. Acá no hay portadas con musas, no hay supermodelos que evocan épocas lujosas ni mucho menos, la despedida a lo Napoleón o torero español. Aquí todo va directamente a los ojos a través de cada propuesta, la que el diseñador prepara con ayuda de un equipo y que lo tiene confeccionando delicadas prendas que parecen ser también cada vez más comerciales, mezclando de manera armoniosa lo más espectacular y dramático de los shows con lo que podríamos ver en vitrinas. Bordados, teñidos en ombré y ese japonismo que tanto le gusta al inglés, forma parte de su nueva vida que al parecer, deja conformes a muchos más de sus seguidores que en ocasiones anteriores.
Fotos: Vogue.