Por misi pAnk
Más de 100 mil chilenos fuimos a ver el miércoles y el jueves a Madonna. Y nos trastornamos. La música, las luces, los bailarines, el auto blanco que de repente entró al escenario, los boxeadores y ella. Ella que saltaba la cuerda, que se sacaba un short haciendo la invertida, que rockeó sus éxitos del pasado con la pose más sexy con que alguien puede colgarse una guitarra. Ella que baila sin sudar una gota, que canta, que no pierde el ritmo. Ella que es y será la fashionista por excelencia, la que impone la moda, la que busca y lleva tendencias. ¿O me van a decir que no se habían dado cuenta que esa onda de llevar el shortcito con unas patas debajo no les suena conocida de algún video musical?
Quién puede acordarse de la moda de los ochenta sin pensar en sus encajes, en los guantes sin dedos que llevaba con soberbia. Ha sido morena, rubia, crespa, lisa, ha usado mechas, ha estado más curvilínea, llena de músculos, se ha cortado el pelo casi al cero, se lo ha dejado largo y se ha puesto un gorro vaquero, se ha amarrado un cinturón grueso de cuero, se ha puesto corset, se ha pintado los ojos como oso panda, como ángel.
Si hay alguien a quien mirar cuando se quiere saber de estilo, es a ella. Si hay alguien de quien aprender para ser una showoman, es a ella. Si quieres saber cómo estar vigente a los 50, mírala a ella. ¡Qué la historia celebre tenerla entre nosotros! God save the queen.