Hace unos días me junté con una amiga que no veía desde hace un buen tiempo. Evidentemente por esta razón, conversamos de todo y entre ese todo, salió el tema de los “masajes” reductivos. Ella se había hecho un par de sesiones con una señora que, me aseguró, era seca. Y ahí fue cuando me acordé de otra amiga que también se había hecho estos famosos masajes con alguien que no era tan seco. ¿En qué coincidían las secas con las no tan secas? En que todas dejaban moretones. Sí, moretones.
Yo quedé Plop! como Condorito. ¿Un masaje que te deja moretones? ¿Estará bien que pase eso? ¿Será normal? ¿Le hará bien a tu cuerpo, a tu piel? No sé, me respondieron las dos, pero de que sirven, sirven. Y yo seguí Plop como Condorito. Dicen que son dolorosos, que en algunos centros de estética te ponen máquinas especiales con electricidad, que en otros te aprietan tan fuerte que las marcas pueden durar incluso hasta 2 semanas. Yo creo que es mejor (y bastante más sano), comer bien y hacer ejercicio para reducir la celulitis y disminuir la flacidez, antes que someterse a esa tortura china.
Y es cierto que esta entrada no tiene nada que ver con la moda, con lo que usamos y con lo que no, pero sí tiene relación con un asunto igual (o más) importante: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para tener un cuerpo ideal y que nos entren los blue jeans talla O?