Lo que dejó Alber Elbaz en Lanvin (2001-2015)

Lo que dejó Alber Elbaz en Lanvin (2001-2015)

Un carrusel que ya nadie puede parar. Así parece ser la industria de la moda hoy en día, en un momento crítico en el cual cualquier diseñador escogido como Director Creativo tiene cada vez menos derecho a ocupar la creatividad en pos de la economía, de cómo vende la marca de acuerdo a los conglomerados que las manejan. Primero fue Alexander Wang en Balenciaga, después Raf Simons en Dior –quien admitió que prefería elegir la felicidad en vez de la notoriedad–, y sorpresivamente ahora Alber Elbaz, el adorado diseñador de Lanvin que anunció su salida directamente por responsabilidad de Shaw-Lang Wang, la rica dueña de la firma, quien decidió que Elbaz ya no iba más después de 14 años frente a la firma.

Su debut fue en la temporada Fall 2002, cuando el marroquí dejó en claro que le encantaba el glamour antiguo y era capaz de idear elegantes pero románticas versiones de vestidos y trajes. Luego del desaire que pareció ser su paso por YSL, donde el propio Saint Laurent lo quería como heredero pero al final fue despedido por Tom Ford, Elbaz llegó a Lanvin inmediatamente después de un auspicioso debut en Krizia. Con esa primera colección, estableció las bases de su estética: muchos colores, telas exquisitas, bordados igualmente admirables y accesorios basados en sombreros de ala ancha, así como drapeados y gasas griegas.

A lo largo de su estadía como Director Creativo, Elbaz le dio a Lanvin una fuerte notoriedad como una de las más elegantes pero modernas casas de la actualidad. Desde Emma Stone hasta Blake Lively, muchas actrices jóvenes llevaron con gracia y sensualidad sus diseños, mientras sus vuelos, maxi vestidos, el glamour de su publicidad y perfumería, la imagen corporativa delicada que trajo de vuelta –con la imagen de Jeanne Lanvin y su hija– y hasta sus pasos de baile en ese video que lo tuvo bailando Pitbull, formaron parte del encanto del diseñador en dicha marca. Pero como han especulado muchos, quizás su próximo paso sea el establecer una firma propia o incluso, hasta impregnar a la alicaída casa Dior de su propia esencia juguetona y elegante.

Fotos: NYMag, Vogue.

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