No voy a mentirles, cuando vi esta editorial me maté de la risa. Ya sé que Terry Richardson hace y deshace con el erotismo en sus fotografías y que Laetitia Casta es ultra sensual, pero de ahí a sentir cosas con las estatuas…
En una segunda lectura, la idea funciona: tiene sentido del humor y algo de esa transgresión propia de las producciones de moda francesas en la mezcla de lo erótico con lo clásico e inanimado.
El estilismo estuvo a cargo de Carlyne Cerf de Dudzeele y el vestuario es de Azzedine Alaïa.