“America’s Next Top Model” y “Kimora: Life in the Fab Lane” son dos programas televisivos que han consolidado a las ex modelos Tyra Banks y Kimora Lee como protagonistas de ese extraño género llamado reality, que a veces parece llenar más el ego de cada una que innovar en la programación. Mientras “America’s Next Top Model” se posicionó como una entretenida forma de ver la transformación de chicas común y corrientes a modelos de pasarela –aunque en realidad sólo Toccara llegó a las páginas de la revista Vogue y ni siquiera fue la ganadora-, de a poco el show fue reconocido por sostenerse en “lecciones de vida” dadas por su creadora. Y en el caso de Kimora, su programa muestra ese decadente mundo al que sólo las páginas de Vanity Fair lograron llegar el año 2004, en un reportaje donde se mostraba a una demandante y superficial esposa de magnate que vivía de lujos, yates, sesiones fotográficas para su marca Baby Phat y bueno, lo que aun logramos ver a través de su show.
Lo que muchos no sabemos, es que hubo una época en que estas mujeres realmente fueron modelos; no modelos comerciales o de perfumes tipo Revlon, sino modelos de alta costura que vivían en París, estaban bajo la tutela de Karl Lagerfeld y se paseaban con los atuendos de Yves Saint Laurent y Ferragamo; sí, esos tiempos realmente existieron. Eso fue a fines de los ’80, ambas eran muy jóvenes y compartían tiempo y vivienda con otra ex modelo que hoy es actriz, Rebecca Romijn. Lograron avanzar pese a las barreras de imagen –raciales y culturales-, y en el caso de Kimora, hasta lograron vestirse como la novia que cierra el desfile de Chanel reemplazando a Inès de la Fressange en el rol de la musa, quien recién había peleado con el Kaiser por razones que aun hoy se desconocen.
De esa época en París, quedaron las portadas y editoriales que escasamente encontramos en la web de las revistas Vogue, Elle y Harper’s Bazaar en el caso de Tyra, quien luego de su paso por la alta costura encontró su lugar en las editoriales de Sports Ilustrated, una revista orientada al público masculino sin mucha moda que digamos. Y Kimora aprendió a vivir en el lujo y las marcas gracias a su relación con Lagerfeld, quien la apadrinó y llevó a vivir a su mítico departamento lleno de obras de arte y artículos dorados. Dicen que los hábitos son contagiosos, y quizás por eso vemos tanto lujo en su mansión a la hora de sintonizar el programa.