Cada persona vive el proceso de elegir su ropa, su estilo y el cómo y porqué se viste de una manera (y no de otra) de forma muy personal, guiándose por estereotipos dados por la sociedad o simplemente por una búsqueda personal de identidad. Finalmente el cómo nos vestimos dice algo de nosotros (por lo menos eso creo yo).
En Irán esto se vive de forma bastante distinta a lo que estamos acostumbrad@s en este lado del planeta. La libertad es bastante menor y hechos como anunciado recientemente lo demuestran:
La policía iraní advirtió a los vendedores de ropa que sus vitrinas no podrán tener maniquíes femeninos que tengan curvas y que no usen el “hiyab” (velo islámico). También está prohibido que hombres vendan ropa interior para mujeres, que las mujeres usen pantalones ajustados y las corbatas “al estilo occidental”.
Lo que las autoridades pretenden es terminar con la influencia occidental, porque para ellos este es un “comportamiento anti-islámico”. La medida pretende ser consecuente con los estrictos códigos que definen cómo deben vestirse quienes viven en ese país, los que empezaron a ser aplicados tras el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.
Durante el gobierno de Mohamed Jatamí la persecución hacia quienes no cumplieran el código de vestuario fue menor, pero desde el 2005, al asumir Mahmud Ahmadinejad, las libertades para vestir han empezado a verse cada vez más mermadas. Irán tendrá elecciones este año y Mahmud Ahmadinejad va por la reelección.
Quienes violan el código por primera vez, sólo reciben una advertencia, pero quienes “recaen”, deben enfrentarse a un juicio y asistir a clases de orientación. Además están expuestos a la clausura de sus tiendas.