Ayer 8 de mayo, se celebró el aniversario número 125 de la primera Coca-Cola vendida en el mercado, desde ese entonces, el burbujeante refresco color café, ha traspasado los límites de su funcionalidad, convirtiéndose en emblema de una sociedad de consumo. El nacimiento de Coca-Cola, trae el recuerdo de las manifestaciones artísticas y culturales, que nacen a finales de los años 50’en Inglaterra y Estados Unidos, movimiento bautizado como Pop Art.
Así, carteles publicitarios, comics, hot-dogs, latas de sopa y botellas de Coca-Cola, integran las formas de vida de una cultura caracterizada por el consumo, donde la unicidad y valor del objeto, es reemplazado por la producción en serie. La ropa, dejó de ser un lujo o aquello alcanzable sólo para algunos. La aparición de almacenes y boutiques, generó variados movimientos en la obtención de las prendas y su rápido desecho.
Las obras de Warhol, Wesselman y Liechtenstein, generaron un movimiento que es bebido por la alta costura de la boca de Yves Saint Laurent con su colección “Pop Art” en 1966, la cual es inspirada por el trabajo plástico de éstos artistas. Este diseñador francés, no sólo es seducido por el trabajo de los exponentes del Pop Art sino además de los cuadros del neoplasticista Piet Mondrian y su uso de los colores primarios, los cuales son sumergidos en el vestido Mondrian.
De esta forma, el traslado temático efectuado por el Pop Art, se patenta hasta hoy en la moda callejera, donde el rostro de Marilyn Monroe es encontrado en una cartera, el rostro de Jackie Onassis duerme en un prendedor y Coca-Cola salta del envase convirtiéndose en un vestido que se inspira en su tipografía.
